En un emotivo encuentro, más de 200 rectores y rectoras de Universidades públicas y privadas de Latinoamérica y el Caribe presentaron al Sumo Pontífice, un documento en el que plasmaron las propuestas sobre cómo aportar desde el sistema universitario para paliar las distintas crisis vinculadas a la economía, la sociedad, la cultura y el ambiente que se viven hoy en el mundo. El rector de la Universidad Nacional del Nordeste, Dr. Omar Larroza participó de esta reunión y las jornadas de trabajo que tuvieron lugar días atrás en Ciudad del Vaticano, y significó la reafirmación del compromiso de la Universidad como institución social clave en la búsqueda de soluciones a estas problemáticas.
La integración académica regional, la unión, el cuidado común y puntualmente contribuir a sumar esperanza para los y las jóvenes, fueron los ejes del análisis y debate entre las autoridades que participaron del encuentro organizado por la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (RUC) junto con la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL).
Durante varios días se trabajó sobre temáticas importantes para el actual contexto global como la “Crisis económica: tecnología y tecnocracia”, “Crisis social: degradación social, inequidad, debilidad de la reacción” y “Crisis cultural: desempleo y migración”, entre otras.
También se hizo hincapié sobre la inequidad que se manifiesta en los conflictos socioeconómicos generados por falta de recursos, desequilibrios y el descuido de la vida y de las relaciones. Finalmente, consideraron la debilidad de las reacciones expresada en el maltrato y el descuido de los ecosistemas comunes.
Tras el análisis, reflexión y debate que tuvieron como punto de partida la encíclica “Laudato Sí”, la segunda encíclica del Papa Francisco; se elaboraron las conclusiones y definieron propuestas que se plasmaron en el documento presentado ante el Sumo Pontífice, y que marca el inicio de un programa y una agenda regional para la cooperación internacional.
Crisis social: degradación social, inequidad, debilidad de la reacción
Los y las representantes de cada una de las universidades se reunieron en cuatro grupos de trabajo según la especificidad de cada una de sus casas de estudio en relación con las necesidades urgentes de sus territorios. Trabajaron en el Instituto Patrístico Augustinianum, y el rector de la UNNE participó del grupo que abordó la crisis social desde la degradación producto de las prácticas dañinas como la contaminación, la violencia, el consumismo.
¿Cómo poner en relación el trabajo científico y tecnológico con el cuidado; como percibir que trabajo es cuidado y cuidado es trabajo “para que nuestros pueblos tengan vida”? Desde la presencia cercana y dialogante entre miembros de universidades católicas con otras universidades públicas y centros de estudio, fue la pregunta que funcionó como punto de partida del trabajo en dicho grupo.
La Degradación Social, fue una de las problemáticas sobre las que trabajaron. “En el contexto de la “globalización de la de la indiferencia”, como señala el mencionado “Laudato Sí” (LS), aseguran que los efectos de la degradación ambiental descarta a los seres humanos a partir de la contaminación tóxica, visual y acústica; el caos urbano de vivienda y transporte; las estructuras ineficientes de agua y energía; la falta de espacios verdes y belleza; la exclusión social; la violencia; el consumismo; la omnipresencia de dinámicas digitales y las emociones artificiales, entre otras.
Pero la comunidad universitaria organizada “también es capaz de producir lo bello”, dice la encíclica de Francisco; y las autoridades universitarias se preguntaron entonces “¿Cómo puede contribuir la universidad para revertir el deterioro de la calidad de vida estimulando la vida espiritual y contemplativa entre los jóvenes, portadora de sentido de la existencia?”.
La “Inequidad” fue otro eje abordado en el grupo 3: “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”, señala el LS y menciona por ejemplo la “muerte prematura de los pobres; migración forzada; los conflictos generados por falta de recursos; el desequilibrio en la distribución de la población (despoblamiento de las zonas rurales); la colocación de residuos sólidos y líquidos tóxicos, y de deuda externa, en países de las periferias; inversiones extranjeras que dejan pasivos ambientales y sociales (deuda ecológica); la falta de contacto físico y de encuentro a causa del desempleo, etc.
“¿Cómo es posible, desde la universidad, contribuir creativamente con nuevos modelos de organización comunitaria regional emergentes para el cuidado de la vida, en todas sus formas y etapas, en nuestra casa común latinoamericana y caribeña?”, fue el interrogante que habilitó el debate y posterior propuestas para intentar paliar estas problemáticas.
“Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos”, se afirma en la encíclica. “¿Cómo podemos, desde la comunidad universitaria, contribuir: con una cultura latinoamericana y caribeña de nuevos estilos de liderazgo político, social y económico “que marquen caminos” y atiendan las necesidades de las generaciones actuales y futuras; con un sistema normativo que asegure la protección de los ecosistemas a través de una regulación inteligente; con la valentía de advertir la realidad de un mundo limitado y finito?”, se preguntaron entonces los rectores y las rectoras.
Las propuestas surgieron en base a la posibilidad de “organizar la esperanza de nuestros jóvenes”, desde la comunidad universitaria organizada de América Latina y el Caribe.
“Una tarea de estas características tal vez debería iniciar, de manera coordinada, procesos socio-ambientales de transición justa para el cuidado de la casa común que nos permitan atravesar juntos el cambio de época desde el paradigma de la ecología integral”, consideraron.
Y definieron luego pasos concretos y líneas de acción que sumaron al documento final que presentaron al Papa Francisco.