La licenciada en Relaciones Industriales, Claudia Gatti, dialogó con Radio UNNE sobre la actualidad de las estructuras laborales argentinas y los desafíos ante la reconversión digital global. En el contexto de la conmemoración del día de los trabajadores y las trabajadoras, brindó un diagnóstico y remarcó la importancia de repensar la educación y el rol del Estado para reducir la desigualdad.
La docente, investigadora y extensionista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste apuntó que los principales desafíos que se atraviesan en el país están impulsados por cambios en las estructuras de trabajo tradicionales: “El mundo del trabajo está atravesando profundas transformaciones a nivel global, y obviamente Argentina está incluida en ese proceso. Se trata de una reconfiguración productiva que está impulsada por la digitalización, acelerada durante la pandemia, pero también ahora por la inteligencia artificial, por el teletrabajo”.
Gatti indicó que según informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el 40% de los trabajadores y trabajadoras requieren actualización permanente de habilidades y competencias para hacer frente al avance técnico en la actualización de procesos productivos y de la digitalización. “En nuestro caso se entrelaza con las condiciones propias del país: alta informalidad, precarización laboral, desigualdades de género, brechas educativas y tensiones macroeconómicas recurrentes”, señaló.
En otros datos que la profesional destacó, la OIT también advirtió que la automatización afectará, en la próxima década, a hasta el 50% de los empleos: “Esto no significa que todos los empleos como los conocemos actualmente se van a poder reconvertir, sino que va a haber nuevos perfiles ocupacionales. Desde el vamos se van a generar puestos de trabajo que ahora todavía no estamos imaginando. El reclutamiento va a implicar nuevos perfiles y eso exige reformas educativas”.
Gatti hizo hincapié en que para este escenario se hace imprescindible la puesta en marcha de políticas públicas de formación continua para reducir las brechas de clase, e igualar las oportunidades de acceso y progreso dentro de un mercado laboral cada vez más competitivo. En este sentido indicó que a la fecha, los sectores en los que más se fomenta este ítem son la tecnología, la salud y lasbenergías renovables.
Además, sumó otra perspectiva: “En nuestro caso, un desafío muy importante es la brecha territorial y las desigualdades estructurales. Existen y persisten grandes desigualdades entre las regiones y nuestro norte exhibe los mayores niveles de desempleo y de informalidad. Cualquier política de empleo tiene que tener un enfoque federal y tiene que estar contextualizado en clima, niveles de pobreza y acceso a la educación”.
En este complejo escenario, la docente e investigadora recomendó no descuidar el enfoque de género en las relaciones y estructuras laborales: “La economía del cuidado, que es algo que últimamente estamos hablando mucho, y a la vez poco. Para que las cosas puedan suceder hay alguien que está haciendo otro trabajo”.
“La economía del cuidado, que es algo que últimamente estamos hablando mucho, y a la vez poco. Para que las cosas puedan suceder hay alguien que está haciendo otro trabajo”.
Desde la OIT indican la importancia de reconocer el valor del trabajo de cuidados (remunerado y no remunerado), reducir la carga excesiva de cuidados, especialmente sobre las mujeres. Además, la entidad recomienda redistribuir de manera equitativa el trabajo de cuidados entre el Estado, el mercado, las familias y la comunidad, así como entre hombres y mujeres.
Informalidad y riesgos psicosociales
En el contexto argentino, Gatti expresó en diálogo con la 99.7, que las altas tasas de informalidad y la flexibilización laboral supone severos riesgos, y alertó por la precarización en aumento: “Es importante reducir la informalidad mediante distintas formas de incentivo, por otro lado la calidad del empleo y los derechos laborales que son fundamentales para la vida de las personas”.
“La informalidad juvenil en América Latina y el Caribe está en el 54%, sin embargo en la Argentina está en el 68%. Seis de cada diez jóvenes argentinos trabajan en la informalidad, el 60% de las mujeres jóvenes y el 58% de los varones jóvenes no cuentan con un empleo registrado, limitando el acceso a derechos básicos como cobertura de salud, licencias laborales, aportes jubilatorio”, enumeró la especialista.
Considerando datos nacionales, destacó el último informe de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC correspondiente al cuarto trimestre de 2024, que indica que más de 5,7 millones de trabajadores argentinos se desempeñan en la informalidad. El fenómeno impacta especialmente en jóvenes menores de 29 años, con un 58,7% de trabajo no registrado. El servicio doméstico y la construcción son los sectores más afectados, con tasas de informalidad superiores al 75%.
“La informalidad juvenil en la Argentina está en el 68%. Seis de cada diez jóvenes argentinos trabajan en la informalidad, el 60% de las mujeres jóvenes y el 58% de los varones jóvenes no cuentan con un empleo registrado».
En este contexto, Gatti expresó preocupación por el fomento desde el Estado de la flexibilización laboral y la desregulación de ciertos mercados: “Estamos cediendo conquistas históricas, que a la larga van a repercutir en nuestra salud integral. No es solo que te rompiste el cuerpo trabajando muchísimas más horas para ganar lo mismo, sino el impacto que tiene esa ausencia de articulación armónica entre tu vida personal y tu vida laboral, el contacto con la familia, los afectos, el derecho al ocio. A esto lo denominamos riesgos psicosociales en el trabajo”.
La profesional explicó que estos riesgos están vinculados con variables como la inestabilidad en el empleo, el estrés, la violencia laboral, la discriminación, la ausencia de liderazgos cooperativos y constructivos. Las investigaciones que desarrolla en la región dan cuenta del impacto de la mala calidad de las condiciones de empleo y contratación en la salud integral, generando ataques de ansiedad, síndrome de burn out, consumo problemático y diversas patologías.
“Estamos cediendo conquistas históricas, que a la larga van a repercutir en nuestra salud integral».