La lombricultura es la transformación de los residuos orgánicos a partir del uso combinado de lombrices y microorganismos, una práctica agroecológica muy beneficiosa que se puede realizar en los hogares. La ingeniera agrónoma Amalia Romero, integrante de la Cátedra de Microbiología Agrícola de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE, cuenta cómo realizarlo.
“La lombricultura es una práctica de transformación de los residuos orgánicos a partir del uso combinado de lombrices y microorganismos. Para ello se parte de la cría de lombrices, que son alimentadas con un material orgánico pre compostado para obtener humus de lombriz o lombricompuesto”, explicó la profesional en “La Hora del Agrotécnico”; el programa del Instituto Agrotécnico “Pedro M. Fuentes Godo”, que se emite por Radio UNNE y Radio Universidad.
Consultada sobre los beneficios, indicó que pueden ser ambientales “ya que se disminuye el volumen de residuos desechados y de esta forma se los reutiliza dando valor agregado a esos residuos orgánicos” y desde el punto de vista agronómico “una vez que se obtiene ese humus de lombriz, al aplicar al suelo está aumentando la materia orgánica del mismo, está aumentando el nivel de nutrientes que pueda tener ese suelo, está mejorando la capacidad de retención de agua y también está aportando una microflora benéfica si cumple con ciertas condiciones durante su elaboración”, señaló.
La ingeniera Romero explicó además que se puede hacer el lombricompuesto en la casa, y brindó las instrucciones necesarias para hacerlo. “Hay que tener en cuenta varios aspectos: uno es conocer las lombrices”, dijo y explicó que “las lombrices rojas, basureras se alimentan mayormente de residuos orgánicos”.
Señaló también la importancia de conocer las condiciones necesarias que requieren estas lombrices para un crecimiento y actividad óptima, y dentro de ellas “primero tenemos que saber que estas lombrices son sensibles a la luz, respiran por la piel, para alimentarse succionan la comida”. Eso “va a determinar cómo tiene que ser ese sustrato y ese ambiente donde van a realizar su actividad”, agregó. Explicó entonces que “tiene que ser un sustrato húmedo y degradado para que las lombrices puedan ir tomando la comida más fácilmente”, y porque además permite que respiren fácilmente.
“Otra característica que tienen las lombrices es que son domésticas, donde uno las coloca se van a quedar mientras se le dé el alimento y ese alimento esté en las condiciones necesarias para ellas. Si el alimento no les resulta adecuado, ellas tienden a irse y pueden morir si no encuentran alimento adecuado y nuestro residuo quedará sin lombrices”, advirtió no obstante la especialista.
En ese sentido, señaló que “prefieren temperaturas entre 20 y 30 grados centígrados” y aclaró que “por debajo o por encima van a disminuir su actividad”. Incluso “temperaturas muy altas pueden llegar a matarlas”, dijo.
El tema de la temperatura “también nos indica la importancia de tener un pre compostaje del material, ya que al iniciar la degradación de todo este residuo orgánico empieza a elevar la temperatura y entonces debemos pasar esa etapa -de elevación de la temperatura- para poder incorporar las lombrices”, explicó. Si bien “esto se da en volúmenes de residuos un poco más grande, y si tenemos recipientes chicos posiblemente no haya etapa de elevación de la temperatura; sin embargo ese residuo igual tiene que estar pre compostado, para que se encuentre blando y húmedo; y para evitar que las lombrices sufran daños por ácidos o compuestos al inicio de la degradación”, amplió su explicación.
La importancia de los residuos
Otro aspecto del proceso que la ingeniera destacó como importante es el de conocer las características de los residuos con que se cuentan. “En un hogar se tienen residuos de cocina como restos de verduras y frutas, estos desprenden mucha humedad al degradarse, entonces es necesario tener un material absorbente de ese exceso de humedad y ahí se pueden incorporar hojas secas del jardín, papeles, cartones”, explicó. Y sumó un dato útil: “si se tiene la posibilidad de incorporar estiércoles vacunos o equinos, sería muy bueno porque aportan nutrientes al producto final, y las lombrices también tienen un mejor crecimiento”, dijo.
En tanto, “los residuos que presenten tamaños grandes, deben ser triturados a tamaños más pequeño, para que el pre-compostaje sea más rápido y las lombrices tengan acceso a ellos”, aclaró y aportó otro dato interesante: “otros materiales que les gustan son la yerba y el papel de diario. Se deben tener en cuenta las proporciones y no exagerar en las cantidades”.
Entrevistada por la ingeniera agrónoma Natalia Ambroggio, Romero explicó luego en detalle, los pasos a dar: “juntar los residuos y hacer un pre-compostaje para luego incorporar las lombrices, e ir recolectando más residuos para pre compostar y así tener sustrato a medida que las lombrices van consumiendo el anterior. Ellas trabajan solas, alimentándose y avanzando sobre el material nuevo que se vaya incorporando. Hay que controlar que no haya encharcamiento y que el nivel de humedad sea adecuado”, afirmó. “Cuando haya humus listo, este se puede separar de la zona de lombrices colocando sustrato fresco al lado, hacia donde irán las mismas”, agregó.
“El humus de lombriz no son más que los excrementos de las mismas, denominados también coprolitos”, amplió Romero.
El lombricompuesto
“¿Cómo nos damos cuenta que el lombricompuesto está listo?”, se le consultó durante la entrevista. “Cuando las lombrices ya se alimentaron del material, lo que va quedando es un material que tiene tamaño uniforme, color oscuro, olor a tierra húmeda, no se reconocen los materiales originales utilizados como sustrato», respondió.
“Las lombrices pesan entre un gramo y un gramo, y gramo y medio, y se alimentan por día del equivalente a su peso. Del alimento que se les da, ellas transforman el 60 por ciento en humus y el 40 por ciento restante pasa a ser parte del metabolismo y cuerpo de las lombrices”, explicó la especialista. “Esta característica nos puede decir en cuánto tiempo se puede llegar a obtener el humus de lombriz; suponiendo que en promedio las lombrices pesan 1 gramo, es decir, que si yo a 1 kg de sustrato orgánico le coloco 1000 lombrices ellas consumirán ese kilogramo por día. De ese total que ellas consumirán, 600 gramos será humus y 400 gramos pasará a ser parte de su metabolismo y cuerpo de las mismas”, continuó.
“Con esto uno puede estimar también la cantidad de alimento que necesitará y la cantidad de humus que obtendrá, según la cantidad de lombrices al principio; y digo al principio, porque después de un tiempo la población de lombrices se habrá incrementado, por su alta prolificidad”, señaló. “Pueden dar hasta 4 generaciones en un año, y cada vez que producen huevos o «cocones», de estos a los 20-25 días saldrán entre 7-10 lombrices; estos cocones son producidos por ambas lombrices luego de la cópula. Es decir que de dos lombrices se obtendrá dos cocones, y a las tres semanas se podría obtener 20 lombrices más en promedio, que a los 3 meses estarán aptas para dar cocones”, agregó.
“Esto indica que, si les damos las condiciones de alimento y ambiente adecuados, tendremos un gran aumento en la población de lombrices”, concluyó y aportó también opciones para quienes practiquen la lombricultura: “pueden elegir entre vender lombrices o regalar a otros que deseen dar un uso a los residuos orgánicos”.
Por último, la docente comentó que con el producto final obtenido “se debe tener en cuenta las cantidades a aplicar y el cultivo, tener presente que estamos aportando un determinado contenido de nutrientes y que no siempre es posible tener la proporción de los mismos”.