Así afirma Mataco Lemos. El 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza y por segundo año, la celebración se ve afectada por la pandemia del COVID-19. Es por eso que el Centro Cultural Universitario de la UNNE dialogó con referentes de la Danza de Corrientes: Héctor Reyes “Mataco” Lemos, Lilia Godoy, María Balbi, Karen Gomez Curima, Miguel Ángel Camino, Nathalia Rodríguez y Jorge Vega para conocer sus reflexiones sobre esta expresión artística.
“Mataco” Lemos: “Buscaría cosas en todas partes y no encontraría la cantidad de belleza que tiene la danza. La danza es matemática, como la música. A través de la danza yo le enseñó a los niños a tener el oído perfecto, a que escuchen”.
“Los mejores profesores que yo conocí fue la gente que iba a las cosechas, y venían acá a un restaurante bar en la costanera que se llamaba Brisa del Paraná. Ahí se bailaba. En ese lugar ha tocado Ernesto Montiel, Tarragó Ros, Cocomarola, Eustaquio Miño, o sea, conocíamos ahí el baile. He tenido la suerte de tener acá en corrientes a un profesor muy bueno, el maestro Máximo Reyes Sisterna que fue el maestro de El Chúcaro”.
“A veces estoy en casa y pienso todo lo que hice: ¡Corrientes me dio todo! Me ha dado la oportunidad de conocerla, porque no hay ni un pueblo en el que no haya actuado, en todas las escuelas de Corrientes, ¡enseñado en casi todos los departamentos y aparte me ha dado una mujer que me acompañó toda la vida, tres hijos y cinco nietos!”
Lilia Godoy: “Para mí la danza es un sentimiento que uno quiere transmitir a través del cuerpo. Son sensaciones y emociones. La danza te renueva desde adentro, te libera, te da una segunda familia, creas lazos de amistad. En Monte Caseros Kuki Greve fue mi primera maestra y fue quién me marcó. Me tenía muchísima paciencia, con ella hacía clásico, pero también me enseñaba a respirar, hice folklore, jazz, danza española. Cuando nos trasladamos con mi familia a Corrientes capital fue difícil hacer todas las danzas en un solo lugar, y elegí danzas clásicas. En el Teatro Vera, en ese momento, estaba la Escuela Municipal de Danzas, y ahí estaba la maestra Malena Bernich, maestra de maestros en Corrientes, referente importante para todo aquel que haya hecho clásica. Ella me dice después de rendir un examen: Vos vas a ser una muy buena maestra!”
María Balbi: “En cualquier comunidad más vinculada a la tierra y a los tiempos de la naturaleza, bailar y cantar es lo que hace todo el mundo, todos bailan y cantan cuando es momento de festejar”.
“No todos vamos a ser bailarines de elite pero sí todos podemos volver a bailar y la expresión corporal busca eso, que cada uno se pueda reencontrar con su propia capacidad: desplegarla y disfrutarla y hacer de eso una forma de comunicación, de expresión. La expresión corporal busca enriquecer el lenguaje corporal”.
“Dentro de la Expresión Corporal tenemos un trabajo muy particular, muy preciso que es la senso percepción que es la manera de acercarnos al encuentro con nuestra propia corporalidad, con nuestras posibilidades, con nuestros límites, y con nuestras maneras habituales y diferentes de poner el cuerpo en movimiento. Y a mí siempre me maravilla las caras de sorpresa de la gente encontrándose con partes del cuerpo que no sabía que tenía. Encontrarte con esas cosas que son tuyas y que las llevas puestas es lo que hace que el movimiento adquiera otra calidad, que deje de ser algo estandarizado, que deje de ser algo que pueda ser copiado igual que el que hace todo el mundo y que vos puedas encontrar un movimiento y una expresividad tuya: es el encuentro con vos”.
Karen Gomez Curima: “Bailo danza africana y danzas de matriz afro porque el vínculo del movimiento y el tambor permiten una conexión con el cuerpo de expansión y a la vez de raíz, de contacto con la tierra, y con la propia historia ancestral. Las danzas de matriz afro tienen la característica de la resistencia desde la vitalidad y alegría, son las formas que encontraron las personas esclavizadas para resistir a la operación en éste continente, de mantener vivas sus cosmovisiones y su fuerza colectiva”.
“En la pandemia la danza es un refugio y es libertad también. Si bien se extraña el compartir con otros y otras, en estás formas virtuales encontré la forma de compartir con maestras y hermanas de la danza el placer de danzar, aprender, compartir. Podría decir que hasta hubo una ventaja en el punto de que, en estas transformaciones que la pandemia nos interpelo a crear, me ha sido posible tomar clases con maestras de diferentes lugares del país, de México, de España y de Guinea mismo. La pandemia te inscribe como un tiempo de preparación para poder compartir pronto con otros y otras, la fuerza del tambor”.
Miguel Ángel Camino: “Desde muy chico me interesó mover el cuerpo al ritmo de la música. En mi pueblo solo se enseñaba folclore y muchos deportes. La competencia en el esquema deportivo, no me resulto nunca tan atractiva, pero sí ver a Anna Pávlova y a Nijinsky en libros, con sus historias…a Isadora Duncan y como se hicieron las comedias musicales…»Amor sin barreras» fue lo más!…solo que bailar era un motivo de sospechas para el género y la sexualidad. El folclore me parecía normativo y disciplinador de los roles estereotípicos, que por repetición te definían”.
“En pandemia tuve muchas idas y vueltas con la danza. Pero siempre está presente: tengo un elenco pequeño que viene a mi garaje, a crear y recrear…Afro Latino, Tap y Flamenco. También un grupo de cuatro adultos mayores, que preparo para competencias y demostraciones: ya vamos por la cuarta coreo y puesta en escena. En el 2020 muchas actividades se suspendieron o se hicieron de manera virtual. Estoy abocado a crear una red de «Asociación de bailarines» unido a la consolidación de la «Federación Nacional de Danza».
Nathalia Rodríguez: “Bailo como respiro. El baile es para mí un impulso vital de vida y la manera en que expreso lo que mi alma siente. Cada vez que uno puede expresarse a través del cuerpo es como comunicarse, o conectarse.
“Es muy triste escuchar y ver que digan que esta pandemia va a curarse si nos alejamos, si no nos movemos, si no nos conectamos. A veces siento que esta pandemia volvió a la edad media el tiempo de las brujas que el que bailaba tenía algo maléfico y había que llevarlo a la hoguera. En el tiempo de encierro experimenté el quedarme quieta y ahí vi el valor de lo que significa tener el cuerpo en movimiento, lo maravilloso que es sentir esa energía que da vuelta y que fluye. En sentido económico, siendo una trabajadora del arte, creo que es una de las etapas de mayor crisis del arte mundial. Funcionamos como nuestras viejas generaciones de creer que todo aquello que libera es lo que nos va a causar daño. Creo que si usáramos el arte sería el verdadero camino para sanar. Es tiempo que esta pandemia nos ayude a abrir conciencia”.
Jorge Vega: “Bailo porque me siento feliz. El bailar para mí es magia, brillo, encanto. Es una recarga de energía, un alimento a mi propio espíritu. El tiempo que dura una música me siento pleno. Por eso bailo! Y por eso me gusta dar clases, porque disfruto bailando junto a con mis alumnos”.
“En tiempos de pandemia, en lo personal siento cierta tristeza, porque no puedo bailar todos los días. No veo la hora de poder volver a las clases y trabajar con libertad. Pero buscamos nuevas formas de enseñar y nuevas formas didácticas y pedagógicas para captar al alumno y demostrarle que a través de la virtualidad también se puede aprender. También lo vivo con impotencia, porque condicionan a la danza como foco de contagio y veo que otras actividades, no respetan los protocolos y tienen cierta libertad. Pasamos de tener escenarios con luces y tablas donde podemos actuar y bailar a tener un escenario virtual en el comedor, en la pieza o en el patio. Se nos han cortado las alas de la libertad a metros cuadrados, es muy difícil llevar adelante eso porque docentes y alumnos se frustran, porque lo que nos da la danza es poder movernos con libertad”.