Describen cómo influyó en la diversidad del Iberá la desconexión con el río Paraná hace 10 mil años

Iberá, el Gran Humedal de Sudamérica.

«Investigadores de la UNNE y Conicet, en equipo con expertos de universidades internacionales, compararon la riqueza actual de especies en los paisajes del Iberá con la de paisajes equivalentes del curso activo del río Paraná, con el fin de comprender cómo influyó en el gran humedal la desconexión con el río Paraná ocurrida hace 10 mil años. El estudio destaca la capacidad de «auto-diseño» del Iberá que experimentó un aumento de la diversidad y a la vez mantuvo muchas especies fluviales.

 

Los Esteros del Iberá constituyen uno de los humedales más importantes de América del Sur, por su tamaño (12.300 km2) y su biodiversidad, la mayor registrada en esta latitud.

Es considerado como un «laboratorio a cielo abierto», ya que su paisaje fue creado por la migración lateral del río Paraná, dejando un vasto abanico paleoaluvial desde la Argentina y Paraguay.

Se estima que el río Paraná abandonó el Iberá hace unos 10 mil años, si bien la configuración actual del paisaje del Iberá, que mantiene características fluviales,  tendría 3.000-4.000 años de acuerdo a dataciones realizadas.

En ese sentido, un equipo de investigadores analizó la información producida desde fines de 1970 por distintos proyectos científicos, con el objetivo de comprender los cambios en la biodiversidad del Iberá tras la desconexión con el régimen de pulsos del río Paraná, y explicar por qué se mantienen las características fluviales en la biota del humedal, después de su desconexión por miles de años.

El estudio fue liderado por el Dr. Juan José Neiff,  ex profesor de la UNNE e investigador del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-Conicet); la Dra. Sylvina L. Casco y la Dra. Alicia Poi (ambas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE); el Dr. Andrés Cozar Cabañas y la Dra. Bárbara Úbeda (Instituto Universitario de Investigación Marina, Universidad de Cádiz-España); la Dra. Luisa F. Ricaurte (Alexander von Humboldt Biological Resources Research Institute, Bogota-Colombia); y el Dr. Eduardo M. Mendiondo (Escola de Engenharia de São Carlos, Universidade de São Paulo, Brasil).

Desde sus especialidades, los investigadores han estado vinculados por distintos proyectos de investigación sobre humedales y decidieron reanalizar la información disponible para lograr una sinopsis de lo ocurrido en Iberá.

Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en la revista Wetlands, Science & Practice, la publicación trimestral de la Society of Wetland Scientists (SWS) destinada a proporcionar información de los proyectos de investigación sobre ecología, restauración o gestión de humedales.

 

PRINCIPALES RESULTADOS

Al comparar paisajes de las lagunas y esteros del Iberá (sin conexión fluvial), con otros paisajes similares situados en el centro de la Isla Apipé (con conexión fluvial esporádica) y con los de las islas más jóvenes del cauce del río Paraná (conexión frecuente con los pulsos del río), el estudio plantea que la colección de especies vegetales y animales en Iberá conservó la mayoría de las especies del dominio fluvial, adaptando algunos elementos y procesos a una nueva configuración del hábitat, ahora gobernado estacionalmente por lluvias locales.

Aun así, la pérdida de conectividad con el régimen de pulsos del río Paraná condujo a un  aumento de la complejidad específica de la biota del Iberá en razón que las fluctuaciones hidrológicas tienen un régimen más “predecible”.

El mantenimiento de las similitudes de la vegetación y fauna del Iberá respecto del Paraná, se debe a que toda esta biota es del mismo linaje amazónico, con especies de gran plasticidad ecológica (nichos amplios), que le permitió absorber la fluctuación climática de largo término y también los cambios en la calidad de las aguas.

Sin embargo, con la mayor regularidad en las fluctuaciones hidrológicas, el Iberá acrecentó su riqueza de especies evidenciando su capacidad de auto-diseño.

Las conclusiones del estudio, a la vez que confirman el origen fluvial del Iberá desde el conocimiento ecológico, corroboran que después de desconectarse del río Paraná el sistema natural de Iberá ha mantenido una parte importante de su configuración original y ha adaptado algunos elementos y procesos ecológicos a las nuevas características del hábitat de los esteros.

Los humedales del Iberá pasaron de ser un sistema lótico, dominado por los aportes fluviales, a un sistema léntico de lagunas con fluctuaciones debidas al régimen de lluvias locales.

Para los investigadores, el mencionado proceso de auto-diseño del Iberá parece haber seleccionado especies que son extremadamente tolerantes a los cambios climáticos, lo que significa que la estructura del paisaje del Iberá y sus componentes bióticos se mantienen con una baja tasa de cambio a pesar de eventos climáticos extremos de sequía y de anegamiento extraordinarios.

Al respecto, se remarca que la inmensidad del complejo de humedales del Iberá, con su enorme variedad de tipos de hábitat y amplios nichos para la mayoría de las especies, torna a este ecosistema muy resistente a los cambios de  biodiversidad.

“Creemos que el conocimiento de la amplitud de nichos y la resiliencia del paisaje en Iberá son aspectos clave para la evaluación de los riesgos del cambio climático global” sostuvo el Dr. Juan José Neiff, director del estudio.

 

PERTINENCIA Y NECESIDAD DEL ESTUDIO

Según argumentan los autores de la investigación, en Iberá, como en otros humedales, se han realizado importantes estudios florísticos, faunísticos e inventarios con distintas escalas espaciales.

En cuanto a la conectividad de los humedales fluviales, se han realizado estudios en términos actuales pero no se han abordado los efectos de la pérdida natural de la conectividad de los humedales fluviales a escala de miles de años, por lo cual el estudio sobre el Iberá aporta información y metodología de relevancia para el análisis de otros casos en Sudamérica, e incluso puede ser de utilidad para el análisis de cambios en la conectividad fluvial por efecto de embalses, canalizaciones y procesos de polderización.

Si bien numerosas investigaciones abordaron las características limnológicas del río Paraná y del humedal del Iberá desde la década de 1970, “seguían existiendo preguntas básicas sobre el funcionamiento del Iberá tras la pérdida de conectividad con el río” explica Neiff.

En esa línea, entre algunos de los interrogantes que guiaron el estudio, puede mencionarse si hubo una sustitución de especies vegetales y animales en el Iberá como resultado del aislamiento del río, si se modificó la complejidad de los ensamblajes a nivel de riqueza de especies, o el espectro de bioformas en la vegetación.

También si el aislamiento del humedal de Iberá produjo cambios en la resiliencia de este ambiente o si se ha modificado la captura y acumulación de carbono en los Esteros de Iberá.

“Los estudios a escala de largo plazo (10.000 años) permiten una mejor comprensión de la resiliencia de la biota, el funcionamiento y la organización del sistema natural”.

El trabajo realizado puede considerarse un intento de abordar estas cuestiones a partir de la información disponible en una serie de tiempo, por distintos grupos de investigación.

Al respecto, Neiff reiteró que, por lo general, la conectividad de los paisajes de las cuencas se analiza a escala actual, o a la del pasado reciente, centrando el análisis en los efectos de las obras de ingeniería sobre la estabilidad de los humedales fluviales, como represamiento de ríos o canalización de cursos de agua, pero sin poner en un contexto biogeográfico los eventos y cambios que se producen en el sistema de soporte (medio físico-químico) y la capacidad de respuesta de las poblaciones a los mismos.

“Nuestro reto es comprender el impacto de los cambios en la conectividad entre los paisajes de una cuenca a lo largo del tiempo para valorar los riesgos reales del Cambio Climático Global” resaltó el investigador del CECOAL (UNNE-CONICET).

Los investigadores esperan que los conocimientos generados resulten útiles para la gestión ambiental, la conservación de la biodiversidad,  la evaluación de la captación de carbono y la conservación de los humedales tropicales.

 

ENFOQUE DEL ESTUDIO

En el estudio se analizaron bosques, formaciones palustres de los esteros y comunidades acuáticas de las lagunas, comprendiendo organismos de diferentes tamaños y tasas de recambio, desde organismos microscópicos como son el fitoplancton y el zooplancton suspendidos en las aguas,  hasta los bentos, que pueblan el fondo de las lagunas y la fauna de peces en las redes tróficas.

Utilizando información propia y los hallazgos publicados por otros investigadores en las últimas décadas, se compararon tres sistemas de humedales: la actual llanura de alimentación del río Paraná (humedales en islas jóvenes con conexión frecuente), las lagunas y esteros de la Isla Apipé (con conexión esporádica)  y su paleoplanicie fluvial Iberá que fue desconectada del río hace 10.000 años (sólo conectada indirectamente con el Paraná a través del río Corriente).

Para detectar los cambios a nivel del ecosistema y sus componentes, se utilizaron indicadores habituales, como el número total de especies citadas, la abundancia total y los taxones dominantes, especialmente los que marcan diferencias funcionales.

Se analizaron ambientes del Iberá totalmente aislados del río Paraná, en la zona norte, y algunas áreas del Iberá que aún mantienen algún tipo de vinculación indirecta con Paraná, a través del río Corriente. En la misma latitud, en el río Paraná se tomaron también distintos sitios de muestreo.

Sobre esta base se buscó identificar qué «compartimentos» del Iberá cambiaron y cuáles no lo hicieron, cómo se modificaron, y luego tratar de explicar el «por qué».

También se analizó si las causas del cambio residen en la variabilidad del hábitat, la amplitud de los nichos u otros factores.

 

DETALLES DEL ESTUDIO

En el desarrollo del estudio se abordaron aspectos de la diversidad para entender las diferencias y similitudes entre los ambientes de Iberá y del río Paraná, según se detalla en el trabajo publicado en la revista internacional «Wetlands, Science & Practice».

En Fitoplancton (colectividad integrada por algas), la composición muestra que las lagunas del Iberá tienen diez veces más especies que los lagos de la actual llanura de inundación del Paraná. La abundancia del fitoplancton en el Iberá es muy  dependiente de la superficie vegetada y del tipo de vegetación de los lagos mientras que en los humedales del río Paraná la abundancia (densidad)   puede ser más variable como consecuencia de la variabilidad hidrológica.

En el análisis del Zooplancton (colectividad de organismos microscópicos suspendidos en el agua), la riqueza de especies en Iberá fue mayor en los lagos con vegetación sumergida.  A pesar de la diferencia en cantidad de especies, los grupos dominantes de zooplancton son similares en Iberá y el río Paraná. La abundancia de zooplancton aumentó en verano y disminuyó en invierno.

En tanto que en la llanura de inundación del río Paraná la abundancia de zooplancton está relacionada con las fluctuaciones hidrológicas, con una mayor concentración al final del periodo de aguas bajas (normalmente en primavera) y una menor densidad durante el pico de las aguas altas, debido al efecto de dilución.

En la composición del Bentos, el  sustrato del fondo es un factor importante que influye en la fauna. En los lagos del Iberá, la abundancia de restos orgánicos (detritos) en el fondo, determina un fondo móvil, por efecto del oleaje.

Algunas lagunas (como Galarza y Luna) tienen suelo arenoso,  sin embargo, en la zona limnética suele tener un fondo móvil debido al efecto del viento y en estos sitios la fauna bentónica es escasa. En la zona litoral o en lugares con una densa vegetación sumergida, la fauna es más abundante y presenta un mayor número de especies.

En el río Paraná, tanto en el curso principal como en el valle aluvial el fondo es arenoso y dinámico debido a la corriente. La abundancia de fauna bentónica es mucho más variable en los humedales conectados al curso del río, que en humedales sin conexión al Paraná.

Al analizar la Vegetación, no se encuentran en Iberá las plantas que crecen en los rápidos o correderas fluviales, de la familia Podostemaceae.  En la planicie inundable del Paraná se encuentran 161 especies vegetales, que representan  sólo el 40% del total de especies reportadas para las los embalsados del Iberá  donde se registran 400 especies.

La comparación es especialmente significativa ya que la principal diferencia ambiental entre Iberá y la planicie de inundación del Paraná está relacionada con el régimen de pulsos, es decir, la amplitud, la frecuencia y la previsibilidad de las fluctuaciones del nivel del agua.

Otra de las principales diferencias de la vegetación del Iberá en relación con la del río Paraná es la superficie ocupada por la vegetación herbácea y leñosa.

En las islas del Paraná los bosques cubren entre el 10 y el 15% de la superficie, mientras que el área de bosques es inferior al 1% en el Iberá, ubicada en sitios más elevados, sobre suelos arenosos o de turba. De las 15 especies de árboles que crecen en los bosques de galería del Paraná, sólo cinco especies se encuentran en pequeños parches.

La arquitectura de estos árboles es muy diferente cuando crecen en los suelos turbosos de Iberá, pues los árboles tienen menos de 8 m de altura y sus raíces se distribuyen radialmente en los primeros 20 cm del suelo, en forma de plato,  para evitar ser derribados por las tormentas y evitar también la anoxia radicular.

El aislamiento general de Iberá creó un ambiente diferente -léntico- que soporta hidrófitos enraizados, y plantas rizomatosas, mientras que el río Paraná favorece el crecimiento de los bosques sobre los albardones de suelo arenoso.

En el caso de los Invertebrados asociados a las plantas acuáticas, se incluyen 152 especies de invertebrados en lagunas de la llanura de inundación actual del río Paraná.

Es difícil comparar la abundancia y composición de los invertebrados para investigar los efectos de la conectividad del río, ya que las bioformas dominantes en el Paraná, difieren de las de las lagunas del Iberá.

Cada bioforma de planta (arraigadas sumergidas, flotantes libres, o arraigada emergente) proporciona un hábitat diferente para los invertebrados. En las llanuras de inundación, tanto la densidad como la riqueza de especies se ven influidas por los flujos horizontales hacia y desde el curso del río.

En el caso de los lagos del Iberá, se confirmó una mayor riqueza de taxones en lagunas conectadas al río Paraná que en las lagunas aisladas.

En ambos sitios, la composición de los insectos fue similar.

En cuanto a la Ictiofauna, la fauna de peces de este tramo del río Paraná contiene unas 200 especies y no  difiere mucho de la de otros grandes ríos sudamericanos, excepto del  Amazonas, donde la mayor riqueza se relaciona con el mayor tamaño de la Cuenca.

Buena parte de peces grandes  del río Paraná son migrantes cada año durante las crecientes, y  sólo ocasionalmente también suben por el río Corriente hacia las lagunas del sur del Iberá (lagunas Itatí y Medina). Sin embargo, no se encuentran en los lagos aislados del norte del Iberá (lagunas Galarza, Luna e Iberá).

En los lagos del valle de inundación del río Paraná, son muy comunes los peces asociados con vegetación litoral, emergente o enraizada. Muchas de estas especies se encuentran también en Iberá. Las especies migratorias del río Paraná (Salminus brasiliensis, Pseudoplatistoma coruscans, P. fasciatum; Lucypimelodus pati) son de presencia ocasional en el gran humedal.

De las 200 especies de peces reportadas para el Alto Paraná, hay 111 especies en el Iberá. Este total incluye las especies que migran río arriba y algunas de las cuales se encuentran en lagos y arroyos de la cuenca sur del Ibera que aún están aún vinculados al río Paraná.

Sin embargo, en los lagos del norte del Iberá, que están completamente aislados de los desbordes del río Paraná (lagunas Galarza, Iberá y Luna), se  reportaron sólo 51 especies, reflejando el impacto de la pérdida de conectividad con el Paraná que dio lugar a una reducción del número  de especies de peces a un tercio o una cuarta parte y a la pérdida de especies de grandes peces migradores que están restringidos  hoy, al río Paraná y sus humedales de llanura de inundación activa.

 

REGÍMENES DE FLUCTUACIÓN

El estudio procesó datos diarios sobre las fluctuaciones del nivel del agua desde 1929.

La frecuencia de los pulsos en el río Paraná es muy irregular y el rango extremo de fluctuación entre máximos y mínimos es superior a 8 metros históricamente. Cuando el nivel del agua alcanza unos 3,5 m, el río Paraná se desborda en muchos de los lagos aportando nutrientes e información.

El régimen de pulsos en los humedales indica movimientos horizontales del agua del río y permite cierta circulación horizontal de información (nutrientes, huevos, semillas plancton, etc.) modificándose las condiciones del hábitat (por ejemplo, la transparencia, el oxígeno y nutrientes).

En los sitios de Iberá con aislamiento total, lagos del norte, no hay no hay intercambio de información con el río, ni hay un efecto de lavado, y se mantiene una menor variabilidad del hábitat, favoreciendo la permanencia de un mayor número de especies, con la configuración taxonómica de origen amazónico, especialmente en el plancton, el bentos y la vegetación acuática y palustre. Curiosamente, el aislamiento no logró producir ninguna especie endémica exclusiva del Iberá.

Para algunos componentes del sistema Iberá, como las algas del fitoplancton, hubo incluso un aumento de un orden en magnitud en la riqueza de especies, debido a la menor tasa de renovación del agua resultante de las menores fluctuaciones del nivel hídrico. A pesar de ello, no hay ninguna especie única, y todas las especies registradas allí fueron encontradas en otros ambientes en la cuenca del río Paraná.

 

CONCLUSIONES

“Las lagunas y los esteros del  norte del Iberá permanecen aislados del río Paraná durante 10.000 años, habiendo transcurrido largos períodos de clima seco y húmedo, y han mantenido un ensamble de plantas y  animales poco variable en el tiempo, merced a un proceso de adaptación y de selección a la pérdida de conectividad con los pulsos del río” reiteró el Dr. Neiff en relación a las conclusiones de la investigación.

Explicó que, por lo general, la conectividad de los paisajes fluviales se analiza a escala actual, o a la del pasado reciente, sin atender al contexto biogeográfico, espacialmente amplio, ni a los  cambios en el medio físico y químico. La pérdida de conectividad por las obras de ingeniería (embalses, canalizaciones, puentes)  y sus impactos en los ecosistemas fluviales, requieren ser analizados en distintas escalas de espacio y de tiempo.

Por ello, la importancia de comprender la capacidad de respuesta  de plantas y animales a las fluctuaciones del ambiente,  su elasticidad o resiliencia, para dimensionar adecuadamente los impactos de los cambios de conectividad que producen las obras de ingeniería y los riesgos que pueden surgir del Cambio Climático Global.