INVESTIGACIÓN UNNE
Proponen utilizar hongos para controlar una enfermedad del maíz que intoxica el ganado

Síntoma de Stenocarpella en maíz y enfrentamientos con Trichodermas como control biológico

La ingeniera Celsa Balbi, la doctora Susana Gutiérrez y el estudiante Nelson Monasterio de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE, presentaron resultados alentadores sobre el uso del hongo Trichoderma como alternativa natural para reducir los focos de propagación de Stenocarpella maydis, el hongo que afecta cultivos maiceros y representa un riesgo para la ganadería.

En el marco del VI Congreso de Microbiología Agrícola y Ambiental, que se realizó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires bajo el lema «Del ambiente a la aplicación: microorganismos para el desarrollo sustentable», investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) presentaron un trabajo cuyos resultados abren buenas perspectivas para enfrentar una amenaza que afecta a los productores de maíz de la región.

El equipo, integrado por la ingeniera agrónoma (Mgter) Celsa Noemí Balbi, la doctora Susana Gutiérrez y el estudiante Nelson Carlos Monasterio Díaz, expuso los resultados de su investigación titulada «Antagonismo in vitro de tres aislados de Trichoderma sobre Stenocarpella maydis», un trabajo que busca alternativas naturales para controlar enfermedades en uno de los cultivos más importantes de Argentina.

De izq a dcha. Nelson Monasterio Díaz; Leonardo Sánchez; la ing Celsa Noemí Balbi y la doctora Susana Gutiérrez, conforman el equipo que estudia patologías del cultivo del maíz.

El maíz representa un pilar fundamental en la economía agrícola. La mayor parte de la producción se destina a la alimentación del ganado, aunque también se consume como grano para uso humano. Sin embargo, durante su ciclo de crecimiento, este cultivo enfrenta diversas amenazas causadas por hongos que reducen tanto el rendimiento como la calidad del grano.

Durante la temporada 2023/2024, los investigadores detectaron la presencia del hongo Stenocarpella maydis en cultivos de Chaco y Corrientes. Este microorganismo ataca hojas, tallos y espigas del maíz, y permanece incluso en los restos del cultivo después de la cosecha. La preocupación de los productores ganaderos aumentó, sabiendo que este hongo puede causar una enfermedad neurotóxica en los animales llamada “diplodiosis”, que afecta el sistema nervioso del ganado al consumir maíz contaminado.

Ante este problema, el equipo de la UNNE exploró una solución basada en el control biológico, es decir, utilizar organismos vivos para combatir plagas o enfermedades. Para ello, trabajaron con tres variedades de Trichoderma, un tipo de hongo beneficioso conocido por su capacidad de atacar a otros hongos dañinos.

Dos de estas variedades fueron aisladas directamente de silos y restos de maíz de la región (identificadas como Ts y Tr), mientras que la tercera (Trichoderma virens, llamada Tv) provino de suelos arroceros.

Los investigadores realizaron experimentos en condiciones controladas, cultivando juntos el hongo dañino y las tres variedades de Trichoderma en placas de laboratorio. Los resultados fueron auspiciosos: las tres variedades mostraron capacidad para frenar el crecimiento de Stenocarpella maydis.

Las inhibiciones registradas fueron del 75,8% para la variedad Ts, 73,7% para Tr y 63,4% para Tv. Según escalas científicas internacionales, los tres hongos beneficiosos lograron colonizar el espacio antes que el patógeno, superándolo en la competencia por territorio.

Además, el estudio reveló diferencias en la velocidad de acción: mientras que las variedades Ts y Tr establecieron contacto con el hongo dañino en apenas 48 horas, la variedad Tv necesitó 72 horas para lograrlo.

La ingeniera Celsa Noemí Balbi junto al póster que expone los resultados del trabajo sobre «Antagonismo in vitro de tres aislados de Trichoderma sobre Stenocarpella maydis».

Los investigadores también observaron cómo actúa cada variedad de Trichoderma contra el hongo perjudicial. La variedad Ts logró penetrar directamente la estructura del hongo dañino, mientras que Tr actuó enrollándose alrededor de sus filamentos. En ambos casos se observó un deterioro progresivo del patógeno, con formación de vacuolas (espacios vacíos dentro de las células) y descomposición de sus estructuras.

Los resultados preliminares de esta investigación abren una salida promisoria para los productores de la región. El biocontrol con Trichoderma podría convertirse en una herramienta práctica para aplicar directamente en el campo, reduciendo los focos de propagación del hongo dañino y, consecuentemente, disminuyendo el riesgo de intoxicación en el ganado bovino.