Las sensaciones y emociones al “descubrir el mundo” en la infancia, son únicas e inolvidables. Y lo aprendido en la niñez son cimientos del futuro, como destacan especialistas. En ese marco se inscribe la experiencia que vivieron niños y niñas del Jardín Materno Infantil “Prof. Nélida Sosio de Iturrioz” de la Universidad Nacional del Nordeste, que visitaron el Instituto Agrotécnico “Pedro M. Fuentes Godo”, sembraron y cosecharon en la huerta, miraron con el microscopio y con la lupa a “bichitos” de la tierra y aprendieron así el valor del suelo.
“Ver sus caritas, sus ojos brillosos, lo novedoso de sembrar una semilla en la huerta o ver una lombriz y saber que función cumple, es algo tan maravilloso que emociona”, dijo una de las “seños” que acompañaron a las salitas.
Hace varios años se realiza esta actividad entre el Jardín de la UNNE y el IAGRO. “Pasar por la huerta significa despertar los sentidos, los niños perciben diferentes olores, colores y formas que tienen las plantas y además realizan descubrimientos que le generan asombros y alegrías como sacar una zanahoria y entender de dónde sale. Descubren la importancia que tiene la lombriz en la vida del suelo, la miran, la identifican y muchos se animan a tocarla, entre tantas otras experiencias que tienen en la huerta”, destacó en tanto la ingeniera agrónoma, María Cándida Iglesias, Directora del Instituto Agrotécnico.
Los niños y las niñas de las salitas realizaron una visita guiada y recorrieron las instalaciones del Instituto junto a sus “seños”. En el sector de la huerta pudieron reconocer plantas aromáticas, flores, caña de azúcar y otras especies que se utilizan en la cocina como rúcula y tomate.
Los jardineritos de salitas de 3 y 4 años, también sembraron semillas de hortalizas en macetas que ellos mismos realizaron en el jardín.
Los alumnos y las alumnas de la salita de cinco años en tanto, visitaron los laboratorios del Instituto, y allí pudieron “descubrir otro mundo” por medio del microscopio y la lupa. Las docentes y profesionales que acompañaron, destacaban “el entusiasmo y sus ojos grandes de sorpresa”, de quienes algún día podrán volver esta experiencia y vocación.Fue muy lindo verlos reir cuando sostenían la lombriz y esta que es tan movediza le hacía cosquillas en sus manitos.
La visita de las salitas del turno mañana fue guiada por las ingenieras agrónomas Claudina Hack y Cristina Sotelo del Instituto Agrotécnico, quienes estuvieron acompañadas por alumnos de la Facultad de Ciencias Agrarias y por el técnico Raúl Miño del Instituto.
En el caso del turno tarde, acompañó a la ingeniera Sotelo, la Directora del Instituto Agrotécnico y también alumnos de la Facultad de Ciencias Agrarias.
Durante el recorrido, profesionales de IAGRO explicaron a los niños y las niñas lo que iban viendo y lo que iban a realizar.Así, en la lupa observaron hormigas, mosquitos, moscas, hojas de distintas plantas. Y en el microscopio pudieron descubrir lo que a simple vista no se puede ver, como ser hifas y esporas de hongos de suelo.
Pudieron ver también la compostera con todos los residuos orgánicos que se generan en el Instituto. Con este abono armaron las macetas que ellos mismos hicieron con latas recicladas, pintadas y adornadas. Allí sembraron las semillas de rúcula que cosecharon.
Una década de trabajo conjunto
Esta hermosa experiencia que viven los más pequeños de la UNNE, se realiza desde el 2012. El pedido desde el Jardín, bajo la dirección de Betty Luna, fue para que sus alumnos realicen una visita anual a la huerta, es parte de un proyecto institucional de cuidado del medioambiente. Desde entonces todos los años los niños y niñas visitan el IAGRO y allí descubren y conocen las distintas especies vegetales a través de los colores, las formas, las texturas y los aromas.
Las especies son diversas, combinando frutales, hortícolas, aromáticas y florales con una distribución que facilita la circulación y el acceso de los niños a la huerta.
Este proyecto educativo y de conciencia ambiental, se enmarca en fundamentos especializados. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) considera la huerta escolar como un aula al aire libre, un lugar privilegiado para despertar el interés y la curiosidad de los niños y donde aprenden haciendo. Constituye un espacio donde, a través de la experiencia, se adquieren valores como conocimientos.
En tanto, desde UNICEF se destaca que “los primeros años de vida, pero especialmente los tres primeros, son de suma importancia para el desarrollo del cerebro”. Aseguran que “todo lo que el niño ve, toca, saborea, oye o huele, moldea su cerebro para permitirle pensar, sentir, moverse y aprender”.
“Cada vez que el niño utiliza uno de sus sentidos, se forma una conexión neuronal en su cerebro. Las experiencias novedosas que se repiten muchas veces crean nuevas conexiones, lo que, a su vez, moldea la forma en que el niño piensa, siente, se comporta y aprende en el presente y el futuro”, explican en el artículo “El desarrollo infantil y el aprendizaje temprano”.