El Centro Cultural Nordeste de la UNNE se suma a la «3500 Feria de Arte» organizada por el Club Social y a realizarse desde el viernes 2 al domingo 4 de septiembre, en la capital chaqueña. Se expondrán las muestras “Bandidos rurales”, de Dante Arias y Horacio Maciel, Maranfio (dibujo) y “Un punto de contemplación”, instalación textil de Gustavo Mendoza.
Las mismas podrán ser visitadas en la sede de Arturo Illia 355, de Resistencia, los días jueves 2 y viernes 3, desde las 8.30 a 13 horas, y de 16 a 21 horas. El día sábado el horario previsto va desde las 18 a las 21 horas. La entrada es libre y gratuita.
En la iniciativa participarán expositores de Chaco, Corrientes, Misiones, Jujuy, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, CABA y Paraguay. Las obras presentadas provienen de diversas disciplinas y lenguajes, como la pintura, el dibujo, la fotografía y la escultura.
Bandidos rurales
“Bandidos rurales” es un recorrido en imágenes furtivas de retratos que dan testimonios del peregrinaje en suelo chaqueño de Isidro Velázquez. Invisible desde sus orígenes, pocas fotografías han registrado su rostro y muy pocas fueron difundidas en la búsqueda del último bandolero rural en nuestro territorio. Dante Arias y Horacio Maciel plantean otra búsqueda de Velázquez narrada desde las miradas de algunos de los protagonistas de nuestra historia reciente, esbozos de un recorte de recortes múltiples, manojo de trazos y texturas que se suman al mito, una tímida insurrección de la pobreza con origen en el corazón de nuestro mapa.
Un punto de contemplación
Cuando finalmente fijó la mirada –dice el artista-, todo se corre, se vuelve a desplazar y el intento comienza nuevamente. ¿Será que el paisaje se construye cuando lo vemos? ¿Está ahí realmente antes de captar nuestra atención? Movemos las piezas en un constante esfuerzo de estructurar y contener aquello que fue concebido sin parámetros, que se desborda, se apropia de cada recoveco infértil. “Un punto de contemplación” es eso, un parpadeo, esperando descifrar un todo, un montaje, una escenografía casi burda de aquello que concebimos como paisaje, como natural. Pende de hilos, sogas, andamios, palos y un deseo ingenuo por verlo reverdecer. El textil inunda la sala, toma el espacio, se despliega en frunces, costuras y texturas, buscando cumplir su función, evocar aquello que fue o puede llegar a cumplir su construcción.