El análisis de muestras del Río Negro, en Resistencia, debido a la presencia de vegetación acuatica que se confundió con las “algas” verdosas tóxicas que aparecieron en ríos y lagos de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba; reactivó el tema de la presencia de cianobacterias en aguas de la zona. Se trata de microorganismos que hace casi 20 años aparecen en el Río Paraná, cambiando su coloración, según explicó la doctora en Biología, especialista en Cyanobacteria, docente e investigadora de la Universidad Nacional del Nordeste, Marina Forastier.
Las cianobacterias aparecen principalmente en aguas estancadas o con poco movimiento, y en zonas y épocas del año con altas temperaturas. Puntualmente en el Río Paraná, estos microorganismos comenzaron a presentarse de manera más notoria, y ser materia de estudio, alrededor del año 2004. Los especialistas vinculan estos episodios con la puesta en funcionamiento de la Central Hidroeléctrica Yacyretá-Apipé, más conocida como Yacyretá, que modificó el fitoplancton característico del Río Paraná en aquellos años. Sumado a esto, las actividades agrícolas-ganaderas que descargan nutrientes y otras sustancias a los cuerpos de aguas más cercanos.
Si bien el fitoplancton del Río Paraná se estudia desde la década del 70, las cianobacterias tomaron relevancia a partir del 2004, debido al cambio de coloración del río a causa de la presencia de las mismas; justamente, a diez años del inicio de las actividades de la represa Yacyretá.
“Alrededor del año 2004, en el verano, la coloración del río Paraná comenzó a cambiar a verde azulado ya que comenzaron a aparecer altas densidades de Microcystis aeruginosa”, recordó la Dra. Forastier y precisó que esta especie es potencialmente tóxica y la más conocida a nivel mundial. Pudiendo corroborar su toxicidad en aquellos años.
Los estudios previos mostraban la presencia de cianobacterias pero en menor medida y advertidas mediante microscopios. Pero a partir de esa fecha, se empezó a notar esos cambios de coloración en el agua que se dan cuando se producen las floraciones, también llamado “bloom” (en inglés), que es es el resultado visible de la multiplicación y acumulación de estos organismos”, explicó la investigadora del Centro de Ecología Aplicada del Litoral – CECOAL (UNNE-CONICET).
Que se produzcan esas llamativas “masas verdes-azuladas” también depende del cauce del agua donde se encuentran. En lagunas o zonas de ríos donde el agua permanece quieta, es probable que se generen más fácilmente. Sin embargo, en el caso del Río Paraná por ejemplo, las características propias de esta zona y caudal “no dan la posibilidad de que se acumulen como se da en otros ríos”, explicó la doctora.
Así, las cianobacterias podrían estar aún presentes en cuerpos de aguas de la zona, aunque el hecho de que sea en bajas cantidades, no genera preocupación ni motiva medidas, principalmente en zonas de recreación como las playas.
Aunque, según los estudios realizados el año pasado, Forastier aclara que se identificaron cianobacterias en el Río Paraná, a la altura de Corrientes, en octubre, noviembre, diciembre y enero de este 2021.
Es que otro factor que incide es el climático. Las altas temperaturas también favorecen el crecimiento de estas “algas”. “Esto sucede todos los veranos”, aseguró Forastier.
El Río Negro y las playas
Por su especialidad y experiencia en el tema, la doctora Forastier fue convocada días atrás, para el análisis de las muestras que técnicos de la Administración Provincial del Agua (APA) del Chaco tomaron del Río Negro, donde vecinos advirtieron una «masa verdosa», a la altura de la Avenida Sarmiento de la ciudad de Resistencia. A partir del estudio realizado junto a especialistas de dicho organismos provincial, se determinó que no se trataba de “cianobacterias” sino de plantas acuáticas flotantes denominadas “Lemna minuta” o también conocidas como “lentejas de agua”.
«Son unas pequeñas plantas flotantes, un tipo de vegetación común en lagunas y ríos de agua dulce de la región”, confirmó en torno a los resultados que obtuvo de la observación microscópica que realizó en el laboratorio del Centro de Ecología Aplicada del Litoral – CECOAL (UNNE-CONICET) donde se desempeña.
Así, la especialista llevó tranquilidad en cuanto al agua para consumo, y en línea con el comunicado de la empresa proveedora de agua potable en Chaco, SAMEEP, dijo que las plantas potabilizadoras están capacitadas y poseen un protocolo de trabajo para tratar el agua con presencia de estos microorganismos. Sin embargo, “¿quién se encarga de los ambientes recreativos?”, preguntó.
No obstante, y en base a los años que lleva investigando en la materia, explicó que no existe normativa local para este tipo de situaciones en las playas, y sugirió que las autoridades y especialistas puedan trabajar en conjunto a fin de avanzar con regulación en la materia. Siempre en resguardo de la ciudadanía, y principalmente niños y niñas que son quienes resultan más afectados.
Cabe señalar que tal como se informó desde el Ministerio de Salud de la Nación, las cianotoxinas que liberan las cianobacterias pueden provocar una amplia variedad de infecciones gastrointestinales, respiratorias, neurológicas, de la piel, de los oídos y de los ojos. Los síntomas más comunes son diarrea, erupciones cutáneas, dolor de oído, tos e irritación ocular.
Forastier aclaró en tanto que “no todas las cianobacterias producen toxinas”, pero anticipó que se continuarán sucediendo este tipo de eventos debido a factores naturales como la escasez de agua (sequía) y altas temperaturas y factores antrópicos (actividad humana) como ser aumento de nutrientes y contaminantes en los cursos de agua y modificación de su cauce o vegetación, entre otras.