Hoy 18 de junio se cumple el aniversario n° 35 del Taller Literario Koeyú. Para festejar este y otros acontecimientos, la profesora Adriana Linares, prepara un vivo por la cuenta de Instagram del CCU (@ccu. unne) para hoy a las 20hs.
La idea es charlar sobre el Mes de las Letras que abarca el día del periodista, el Día Nacional del escritor en homenaje de Leopoldo Lugones, el Fallecimiento de Jorge Luis Borges, el día del libro y la creación del Taller Koeyú.
Para conocer un poco más sobre estos inicios, el CCU, dialogó con la profesora de hace 11 años, Adriana Linares.
CCU: ¿Cómo nació el taller literario Koeyu?
Adriana: El taller literario Koeyu nació un 18 de junio de 1986, cuatro días después del falle cimiento de Jorge Luis Borges, es decir hace treinta y cinco años. Surge por las inquietudes de un grupo de intelectuales tales como: el escritor Juan José Folguerá, el periodista Darwy Berti, el poeta Jorge Sánchez Aguilar y el escritor Girala Yampey. Según palabras de la profesora Elena Zelada de Fiorio, quien también perteneció al grupo fundador, y coordinó el taller desde sus inicios hasta el año 2008, en que se retiró: ” Koeyu, es el taller más antiguo de la provincia y uno de los primeros en el país”.
A propósito del nombre del taller, en conversaciones que hemos tenido con la profesora Elena, me ha referido que fue propuesto por Girala Yampey, nacido en Paraguay y que Koeyu, palabra de origen guaraní, no significa tan solo amanecer, sino que designa específicamente, el momento exacto, en que la oscuridad da paso a luz y se describe en el horizonte una imperceptible línea de luz. Ese momento efímero y poético, es el Koeyu. También me contó, que al principio, el taller peregrinó por distintos lugares. El taller funcionó por las calles Pellegrini y San Lorenzo, en el parque Cambá Cuá, en las aulas de la Cultural Inglesa, en la calle Belgrano al 1000, hasta en la terraza de la entonces Heladería Italia. Hasta que en 1994 Koeyu encontró su propia casa en las instalaciones de Extensión Universitaria: Córdoba 794, y allí funciona hasta el día de hoy. Es uno de los talleres de CCU.
CCU: ¿Qué piensa que es lo que lo mantuvo vigente todos estos años?
Adriana: Desde mi punto de vista el taller satisface una necesidad que, en tiempos de incertidumbre, se acrecienta aún más. Hay muchas razones por las cuales las personas escriben: para algunos es una búsqueda, una forma de autoconocimiento. Para otros, tiene que ver con un disfrute estético de las letras. Tanto de las obras escritas por autores de renombre, como del acto mismo, de la propia creación escrita. A otras personas, la escritura les produce un estado catártico o terapéutico, y sucede también que hay gente que viene al taller, porque teme perder sus recuerdos y quiere atesorarlos escribiendo sobre ellos. Koeyu no tiene exigencias formales, cualquiera puede acceder, en tanto y en cuanto se respete el espacio y a los otros integrantes. Personas de muy diversas edades, ideas y ocupaciones concurren y por tal razón las producciones son muy diversas. Esto, puntualmente, me parece es una de las fortalezas del taller. También puedo decir que creo que es una excelente oferta. Por un costo mínimo, aquel que comparte la obsesión de la palabra puede encontrar un espacio ameno, donde se puede trabajar con gran comodidad y acceder a contenidos de excelencia.
CCU: Para los que nunca se animaron a escribir: ¿Qué se necesita para comenzar?
Adriana: Para comenzar coincido con Oscar Wilde: “No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”. Luego sí, hay que saber que escribir es un oficio al que hay que dedicarle tiempo. Entender que un borrador es solo el primer paso, y que la corrección es fundamental en el proceso de escritura. La corrección es lo que puede llegar a convertir un borrador en escritura creativa, primero y en literatura luego, si se sigue trabajando el texto.
CCU: ¿Qué puede aportar la escritura a una persona?
Adriana: Esta pregunta está parcialmente respondida en la segunda, pero yo diría que infinidad de cosas. Depende de lo que motive a esa persona a escribir. Una persona puede escribir porque necesita desahogarse, crear mundos diferentes al suyo, conocerse, interpelar a los otros a través de sus escritos, cambiar el estado de las cosas, entretener a los demás, hacer pensar, obtener reconocimiento y así. Además, puede tener una o varios propósitos, ir variando con el tiempo o su evolución. También, incluso puede desconocerlo y advertir cual es, después de empezar a escribir y observar los efectos que le causa.
Lo que va a encontrar en este taller es un lugar donde poder detenerse a pensar y crear, herramientas para escribir y corregir, una escucha atenta y respetuosa, y gente que, aunque diferente, al igual que ella tiene inquietudes semejantes en cuanto a la palabra.