Fernando Zingman, Especialista en Salud de UNICEF, dialogó con Radio UNNE FM 99.7 sobre el informe conjunto que elaboraron UNICEF y la Sociedad Argentina de Pediatría acerca de los riesgos sobre la no presencialidad en las aulas para niños, niñas y adolescentes.
UNICEF a lo largo del 2020 llevó adelante registros de lo sucedido en chicos y chicas a partir de la no presencialidad en las escuelas, y a partir de estos datos llegaron a pruebas concluyentes del aspecto positivo de mantener clases presenciales. “La escuela es un lugar donde formarse en contenido pero tiene muchas otras funciones sociales, es un engranaje importantísimo en el movimiento de la sociedad con funciones importantísimas psico físicas”, inició la conversación Zingman.
“Esa falta que hubo en el periodo anterior nos mostró que el impacto emocional en chicas y chicos es fuerte, que ese impacto se agota después de un tiempo. Es decir que sus capacidades de respuesta se van agotando, y sobre todo en adolescentes la necesidad de participar y estar formando parte de las comunidades es indispensable para la conformación de su identidad, desarrollo y estabilidad”, expresó.
El informe elaborado por estas dos instituciones emblemáticas en el país sostiene que, al ser la educación un pilar fundamental en el desarrollo de las infancias y adolescencias, hay que armar todo el resto de las cuestiones para que la escuela pueda sostenerse. No se niega la gravedad de la situación sanitaria, y se entiende que restringir la circulación es un aspecto clave de control de la enfermedad mientras avanza el plan de vacunación. Sin embargo, la evidencia sostiene que las escuelas no son el foco de infecciones.
“La cantidad de chicos y adultos que se contagian en escuelas es menor a lo que sucede en la comunidad. No es un espacio contagiador la escuela. Al contrario, podría haber indicadores que afirmen que en determinadas circunstancias es hasta protector. Entonces, no encontramos que la primera medida tenga que ser restringir la escuela y si hay que hacerlo, tiene que ser lo último que se cierre”, afirmó el especialista. En este sentido, la premisa es que las acciones deben estar orientadas a sostener la escolaridad, y ante la necesidad de tomar medidas de restricción, estas tienen que estar focalizadas y planificadas por un tiempo limitado.
Los protocolos elaborados a fin de posibilitar el retorno a las aulas son documentos dinámicos que se van adaptando a la evolución tanto de la situación sanitaria general, como de las nuevas evidencias científicas que van surgiendo en torno a la enfermedad. Lo que la evidencia muestra luego de un año de experiencias remotas, es que la presencialidad –más allá de los protocolos- tiene un impacto beneficioso en la salud emocional de las infancias.
Por otro lado, las posibilidades de continuar en la virtualidad están sujetas a otras cuestiones de índole económica y de accesibilidad. “Hay chicos que tienen materiales para adaptarse a la virtualidad y hay otros que no los tienen. Existen muchas infancias y adolescencias en Argentina, y tenemos que tener presente que hay un alto índice de pobreza en la infancia y que no todos tienen conectividad fuerte”, expresó Zingman.
Otro de los aspectos clave a tener en cuenta es el lugar que se le otorga a los niños, niñas y adolescentes. “Ellos mismos nos dicen que abrazan los mecanismos de cuidado porque saben que esa es la llave para estar con sus compañeros. Tienen una alta conciencia de la necesidad de cuidado y hay que dar lugar a la expresión de esas preocupaciones”, expresó el especialista. “Chicos y chicas no son objetos del cuidado que los tenemos que mover, poner, sacar o que son peligrosos; sino que son sujetos, personas participantes con ideas claras, propuestas concretas y deseosos de participar en los mecanismos de cuidado”.
En este sentido, los especialistas resaltan la importancia de que sean partícipes de las formas de cuidado, porque no solo los reconoce como personas sino que les da participación, que contribuye a la salud mental de chicos y chicas.