CONGRESO EN LA UNNE
Destacan que los créditos académicos representan una oportunidad para el uso de las tecnologías educativas

 

Como cierre del “Tercer Congreso de Educación y Tecnologías del Mercosur: Construyendo la Bimodalidad” que se realizó en la UNNE, la especialista en calidad educativa, Dra. Mónica Marquina, se refirió a la implementación de créditos académicos en Argentina, y sostuvo que no deben ser un fin, sino una herramienta que posibilite un cambio curricular que mejore el aprendizaje en la Educación Superior. “El uso de las nuevas tecnologías es algo que puede potenciarse con los créditos”.

Durante dos días de intensas actividades, y con más de 500 participantes y expositores de renombre internacional, la UNNE fue sede este miércoles 10 y jueves 11 de septiembre de la 3° edición del Congreso de Educación y Tecnologías del Mercosur.

Fue el Campus Sargento Cabral en la ciudad de Corrientes el lugar presencial de encuentro de investigadores, gestores, docentes y estudiantes de la Educación Superior y de distintos niveles educativos, mientras que gran cantidad de participantes lo hicieron a través de la modalidad “a distancia”.

Así, con 20 mesas de trabajo, 13 paneles temáticos, 15 salas de experiencias educativas y expositores de Argentina, Paraguay, Brasil, México y España, el Congreso se centró en visibilizar las Tecnologías del Aprendizaje y Conocimiento (TAC) y reflexionar sobre su uso, en un contexto orientado hacia la bimodalidad.

Como cierre del evento, se realizó la charla “Sistema Argentino de Créditos Académicos y Cambio Curricular: oportunidad para la educación a distancia”, en la que la Dra. Mónica Marquina brindó un panorama amplio del potencial escenario que los créditos académicos representan para el uso de las tecnologías educativas en favor del objetivo central que debe ser que los estudiantes alcancen, en tiempo y forma, los niveles esperados de aprendizaje.

La PhD. Mónica Marquina, es Doctora en Educación Superior, Especialista en política educativa, investigadora independiente del CONICET, ex Directora Ejecutiva del Programa de Calidad Universitaria de la SPU y es miembro de la CONEAU propuesta por la Cámara de Diputados de la Nación.

En la apertura de su disertación destacó la gran asistencia al Congreso organizado por la UNNE, con presencia de asistentes de diversos países, y por ello, si bien la conferencia se centró en la implementación de los créditos académicos en Argentina, trazó un panorama de la situación en distintos países de Latinoamérica.

“Cuando se habla de créditos académicos es común que se piense en cálculos matemáticos, de cómo llevar a créditos los actuales diseños y duración de los planes de estudios, pero detrás hay una conceptualización por hacer, respecto a qué concepción de aprendizaje se desee implementar, qué diseño curricular se busca y cómo se organiza la oferta académica”, explicó.

Aprovechar la oportunidad 

Detalló que, en cuanto al aprendizaje, se pueden definir un sistema de créditos mediante una concepción de aprendizaje centrada en el docente como gestor del conocimiento, o centrada en el alumno, en cómo hacer para que adquiera realmente los conocimientos que dice el plan de estudio que debe lograr.

En tanto, sobre el diseño curricular, se puede pensar en un currículo cerrado, lineal, de aprobación de un conjunto de materias, sin opciones de otros espacios para los estudiantes, o se puede propiciar un currículo abierto, con múltiples opciones para que el estudiante pueda enriquecer su formación con alternativas variadas.

Por último, la concepción de la organización de la oferta se relaciona con ofertas de carreras con recorridos limitados, o por el contrario con caminos flexibles y variados, en los que el estudiante pueda hacer su recorrido en distintas carreras e incluso instituciones.

La utilidad de los créditos depende de las conceptualizaciones que se tengan sobre estos tres aspectos: centro del proceso de aprendizaje, diseño curricular y organización de la oferta”, insistió.

Al respecto, señaló que, si sólo se traspasa a créditos lo que se tiene, será un trabajo burocrático, cuando el fin de los créditos es enriquecer las posibilidades de aprendizaje y las trayectorias de los estudiantes.

“El crédito académico no es un fin, es una herramienta para un cambio curricular. Aplicar los créditos sobre sistemas rígidos sólo será seguir sosteniendo los problemas que acarrean nuestras carreras”.

 

“El crédito académico no es un fin, es una herramienta para un cambio curricular»

 

Situación en Latinamérica 

En cuanto a la implementación de los créditos académicos en países de la región, explicó que hay sistemas en varios países, pero muy heterogéneos entre sí, y que en general sirven para organizar la oferta dentro de las instituciones, sin posibilidad de movilidad entre instituciones del mismo país y menos hacia afuera.

Señaló que Argentina, México y Paraguay están avanzando en propuestas de créditos que van más a fondo con la idea de las conceptualizaciones, pensando en modelos de créditos que favorezcan realmente la trayectoria de los estudiantes, la flexibilidad en la formación y para lograr carreras que duren lo que realmente se especifica en los planes de estudio.

En perspectivas, consideró que en la región se requieren revisar los sistemas de créditos antiguos, y luego buscar sistemas más equivalentes entre los países, logrando un lenguaje común, que no significa igualar todo, “sino un lenguaje que nos permita entendernos en las diferencias de nuestros sistemas educativos y lograr consensos”.

La Educación a Distancia 

Respecto a la oportunidad para la educación a distancia que representan los créditos académicos, sostuvo que “está todo por hacer”.

Agregó que, cuando se calcula el tiempo de interacción pedagógica, para calcular la duración de materias y carreras, debe contemplarse tanto el tiempo de coincidencia física en el aula como la coincidencia temporal mediadas por la pantalla”.

Indicó que el problema es cuando se calcula el tiempo autónomo del estudiante, que es tomado en cuenta en los créditos, porque, por ejemplo, un foro donde interviene el docente es interacción pedagógica, pero una guía de trabajo es tarea autónoma del estudiante.

“La interacción pedagógica también se da en línea” dijo en referencia a la modalidad a distancia, y señaló que el trabajo con la tecnología también es parte del proceso de aprendizaje y la interacción docente-alumno es tanto el tiempo en el aula como a través de las plataformas tecnológicas.

Sostuvo que el desafío es complementar el tiempo de interacción pedagógica y el tiempo autónomo del estudiante. “Si una materia tiene muchas horas de aula, no debería tener tantas horas de trabajo autónomo y viceversa”.

Insistió en que “no debe promoverse una competencia entre horas aula y tiempo autónomo, son complementarios”.

“La interacción pedagógica también se da en línea”

Entre algunos desafíos para la educación a distancia frente al escenario de créditos, manifestó que se debe trabajar en cómo reconocer y valorar el tiempo de interacción pedagógica cuando no ocurre cara a cara, sino a través de materiales, consignas y recursos digitales diseñados deliberadamente.

Sobre los tiempos en entornos virtuales, se requiere determinar cómo calcular la carga horaria en actividades como foros, webinars, hackáthones, simulaciones, uso de laboratorios virtuales o producción digital.

También hay que plantear cómo concebir el tiempo de trabajo académico en escenarios no lineales, donde se combinan sincronicidad y asincronía, interacciones distribuidas y momentos de retroalimentación diferida.

Y, por último, se necesita consensuar cómo incluir en el cálculo de créditos las tareas propias de los entornos tecnológicos, como navegación crítica de recursos, participación colaborativa en línea, producción y edición digital, y resolución de problemas en entornos virtuales.

Desafios varios

“Está todo por hacer”, reiteró, y sostuvo que las instituciones pueden competir entre sí en la implementación de los créditos o se puede trabajar colaborativamente entre instituciones y países, para obtener criterios comunes respecto a cómo los créditos representan resultados de aprendizaje esperados”.

Sobre el trabajo que demandará el trabajo de aplicación de los créditos, expresó que “podemos agarrar las calculadoras y hacer que lo que tenemos encaje todo en créditos, y en cinco años volvemos a estar iguales o peor”.

Y otro camino, acotó, es hacer un trabajo a fondo, “y ver cuánto de nuestros problemas se debe a los planes de estudios, cuánto a lo didáctico, cómo incidirán los acuerdos institucionales, y otras cuestiones, y así probablemente los créditos reflejen los cambios que estamos haciendo, y la tarea no será el cambio a créditos, sino que la tarea será un cambio curricular”.

“Este cambio curricular es lo que necesitamos hace mucho tiempo y que, por innumerables motivos, muchos justificados, no lo hicimos, y esta es una oportunidad de hacerlo”, concluyó respecto al proceso iniciado en Argentina de avanzar hacia los créditos académicos en el sistema universitario.