COBERTURA DE UNA EXPERIENCIA EMOTIVA
Un periodista y estudiante de la UNNE en Malvinas: “es de lo más valioso que atesoro en un espacio reservado en mi memoria”

Una de las experiencias más significativas de la labor periodística de un profesional en la provincia de Corrientes en los últimos años fue la posibilidad de acompañar los viajes a las Islas Malvinas de los excombatientes correntinos que regresaron después de varias décadas a los lugares donde combatieron como jóvenes conscriptos durante el conflicto de 1982 contra Gran Bretaña, y también dejaron a muchos camaradas que dieron su vida por la soberanía del archipiélago.

En este 2 de abril, cuando la Argentina conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, UNNE Medios les acerca la experiencia y el sentir de quien fue a las islas para reflejar con la lente periodística el regreso de esos hombres adultos mayores a la tierra donde debieron actuar como soldados y defender la patria. 

El periodista correntino Juan de la Rosa Aguirre, fue uno de los comunicadores que tuvieron la suerte de viajar acompañando a contingentes de ex combatientes. Y lo hizo dos veces. Juan tiene una extensa trayectoria en medios radiales y audiovisuales de la provincia de Corrientes y al mismo tiempo está cursando el último año de la Licenciatura en Comunicación Social en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste. En un alto de su actividad conversó con UNNE Medios, sobre esta conmovedora experiencia profesional.

¿Cómo se gestó la posibilidad de hacer el primer viaje a Malvinas?

Mi desempeño en distintos medios, sobre todo radiales, me permitió lograr una relación de confianza con los ex combatientes de la familia Malvinera. Hicimos programas especiales reflejando cómo eran las circunstancias que atravesaban, el post-Malvinas y el regreso futuro a las islas. También la lucha por el reconocimiento y el acceso a una ley de pensión provincial. Con el tiempo se transformó todo, se construyeron los centros de combatientes, llegó la pensión y se materializó la posibilidad de enviar contingentes de ex soldados a Malvinas, allí surgió la posibilidad de incorporar periodistas, y para ello obtuvieron el apoyo de la provincia de Corrientes.

¿Cómo se concretó la idea?

En 2018 el gobernador (Gustavo) Valdés accedió a la propuesta del Centro de Excombatientes, y fue José Galván (director del Área Malvinas provincial y ex combatiente) quien había pensado en mí y en el colega Carlos Pino para acompañarlos en el primer viaje. Al regreso, después de un tiempo, nos pidieron que los acompañemos en un segundo viaje, e inclusive nos propusieron hacer un tercero, pero consideramos dar espacio a otros colegas que podrían tener otras vivencias, recolectar otra información y generar otra mirada para ampliar la lupa periodística sobre lo que significa regresar a Malvinas.

¿Qué recuerdos te vienen a la mente de la llegada a Malvinas junto a los excombatientes? El aterrizaje en las islas, por ejemplo.

La llegada fue con mucha ansiedad, pero no tanto por los sentimientos de ser correntino y argentino, sino más bien por el rol de cobertura profesional, en términos técnicos, el pensar en no perdernos ningún detalle. Sabíamos que debíamos lograr muchos registros fotográficos y audiovisuales, por lo que fue un estado de alerta permanente mientras duró la estadía en Malvinas. Después, cuando ya se completaba todo el recorrido, ahí fue como que me cayó la ficha de todo lo que significaba. Y sí, obviamente al igual que en muchos momentos de los recorridos y las emociones surgieron. En privado, fuera del contexto del contingente comencé a sentir una gran descarga emocional de todo lo que había vivido acompañando a los excombatientes. En el embarque para el regreso daba vueltas, y fui el último en abordar ese vuelo.

¿Qué lugares visitaron durante esos días en Malvinas?

Las zonas de trincheras, pero sin recorrido guiado en la estadía. Incluyó el alquiler de combis para los traslados y se guió directamente a los choferes con quienes eran los responsables de la estadía. Había un coordinador -Ángel Flores-, excombatiente que regresó con nosotros, fue designado por la organización del viaje como coordinador. Y en conjunto con sus ex camaradas trazaban los destinos. Primero fue el cementerio de Darwin, después los sitios de combate tratando de alcanzar siempre la mayoría en la isla Soledad. No fue posible cruzar a la isla Gran Malvina donde estuvo el RI5 de Paso de los Libres. Había varios que combatieron allí, que estaban en el contingente, pero lamentablemente no pudimos cruzar el Estrecho San Carlos donde se produjo el desembarco de las fuerzas británicas. Llegamos a la zona, pero requería de otra logística, como cruzar en un ferry o vía aérea. 

¿Cómo fue el contacto con la población de origen anglosajón que habita las islas?

Fue muy muy escaso el contacto con la población local, incluso en el hotel del contingente tuvieron el cuidado de alterar los turnos del personal. Había ciudadanos de distintos lugares, de Sudáfrica y de otras nacionalidades, de lo que se conoce como “Commonwealth” (Comunidad Británica de Naciones) o que estuvieron bajo la bandera del Imperio Inglés en algún momento. Había también muchos chilenos que se manejaban perfectamente con nosotros. Los que tratamos en el hotel, varios hablaban español y contaron que la administración había establecido ese mecanismo de organizar su personal de manera que siempre haya alguien que hable español y que no sean «kelpers».

Eso fue tener contacto con la realidad inglesa que nos arrebató, nos usurpó las islas Malvinas hace mucho tiempo y continúan con esa usurpación.

¿Cuáles fueron las condiciones de la estancia en las islas, tuvieron alguna limitación para la cobertura periodística?

Cuando llegamos a las islas el personal de LATAM, la única empresa chilena que hace el recorrido Punta Arenas – Río Gallegos – Puerto Argentino, nos aclaró que descendemos en el aeropuerto militar de Malvinas actual, no en el histórico que existía en el 82. Eso es ya parte del pasado, hoy Malvinas tiene una base militar y un aeropuerto donde arriban los vuelos con una frecuencia semanal, y una vez al mes también reciben uno directo de Inglaterra. Lo primero que nos dijeron fue “es un territorio militar controlado por los ingleses, les pedimos que no bajen con sus cámaras ni con sus teléfonos celulares porque los van a detener”. Eso fue tener contacto con la realidad inglesa que nos arrebató, nos usurpó las islas Malvinas hace mucho tiempo y continúan con esa usurpación.

¿Cuáles fueron las indicaciones, ya instalados en las islas?

En el hotel tuvimos una charla acerca del desenvolvimiento durante nuestra estadía. Podíamos movernos, pero nos indicaron que quitemos de toda nuestra indumentaria cualquier insignia celeste y blanca que nos identifica como argentinos. Y no desplegar banderas porque nos podían detener. Lo tomaban como una provocación infringiendo leyes de la isla que está bajo jurisdicción de la corona inglesa, porque dependen directamente de un gobernador designado por -en aquel momento- la reina Isabel de Inglaterra.

Podíamos movernos, pero nos indicaron que quitemos de toda nuestra indumentaria cualquier insignia celeste y blanca que nos identifica como argentinos.

¿Eran muy estrictos con esos términos?

Tienen sus leyes, y una administración muy particular, no se podía exhibir banderas argentinas. Por ejemplo, la permitido dentro del cementerio de Darwin, «No pueden levantar por encima de los hombros las banderas hacer la flamear, si los ven, van a tener problemas”, ellos lo toman todo como ofensa y si hay algún “kelper” por ahí, nos señalaron que nos podía denunciar. Nos recomendaron que evitemos eso y cuando compramos o cuando salimos a caminar, no fuimos a bares. Hay algunos sitios donde concurren isleños y también militares en sus francos, de la real fuerza aérea, ejército y marina real.

¿Cómo actuaron entonces?

Optamos por no concurrir, pero sí fuimos a un supermercado cercano a comprar obsequios y galletitas para el mate. Todos llevaron mate y con eso no hubo problema, entrando con el paquete de yerba cerrado no había problema, incluso se vende allí. En el procedimiento de ingreso pasas por la aduana como cualquier aeropuerto internacional con todas las restricciones. No se puede tomar nada de la zona porque al recorrer está considerado un museo a cielo abierto y tienen normativas estrictas. Nada se recolecta, se toca o se mueve. De hecho, con otros visitantes, fuera de los contingentes correntinos, hubo casos de personas que pagaron multas y quedaron detenidos porque intentaron cruzar con elementos que tomaron de las zonas de combate.

¿Pudieron observar vestigios de los combates de 1982?

Si, hay de todo tipo. Caminando encontré cartuchos, cañones, morteros. Elementos que se usaron en trincheras, pedazos de carpa, mantas, borceguíes, que obviamente tienen el deterioro del paso del tiempo, pero todavía se los distingue. Respecto de la cobertura periodística nos recomendaron tratar de no buscar respuestas periodísticas o entrevistar a los locales porque había sí algunas zonas del puerto donde no toleraban argentinos. Cuando pasamos en las combis había carteles que indican que los argentinos no son bienvenidos. Más allá de eso con el contingente en sí no hubo ningún tipo de problema, pudimos preguntar todo, grabar sin ningún inconveniente en el trabajo de la cobertura periodística.

En lo personal fue materializar un imaginario que fui construyendo desde la escuela, en tiempos de la guerra de Malvinas.

A nivel personal ¿Qué significó para vos esta experiencia?

En lo personal fue materializar un imaginario que fui construyendo desde la escuela, en tiempos de la guerra de Malvinas.  Que se veía en ATC, se escuchaba en las radios y tenía como una imagen simbólica, Malvinas tenía una forma. A medida que fui creciendo, accediendo a más información, con mi rol en los medios de comunicación, todavía más. Al tomar contacto, entrevistando protagonistas, fui moldeando esa imagen de las escenas que encontraría en Malvinas.

¿Cómo fue estar allí?

Estar allí, hacer el recorrido con los que pelearon fue un momento tremendo, no puedo describir la real dimensión de lo que fue, y menos imagino lo que fue para los jóvenes que estuvieron allí y que enfrentaron a las fuerzas del Imperio Británico y la OTAN en 1982. Es de lo más valioso que atesoro en un espacio reservado en mi memoria, con algunas fotografías, y el documental “Dos mochilas” (también produjo una versión en podcast) que me llevó a recorrer localidades de la provincia, de provincias vecinas; y el reconocimiento con el premio a mejor documental también. Todo eso para mí es un logro, lo que pude hacer como parte de los medios, como periodista, y en lo humano estar junto a ellos en Malvinas para mí sigue siendo de lo más preciado de mis vivencias de la vida.

Enlace a la serie de podcasts Dos Mochilas:  Podcast Dos Mochilas

Enlace al documental Dos mochilas: https://youtu.be/8Np6FGK-7pA