El director del programa de investigación de vacunas dentro de la División de SIDA de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, César Boggiano, dialogó con la radio de la Universidad Nacional del Nordeste. El argentino tiene la responsabilidad de dirigir y supervisar la investigación para desarrollar vacunas contra el VIH, una infección que afecta a 40 millones de personas en todo el mundo. Dijo que siente un vínculo especial con la UNNE puesto que tiene familiares egresados de esta casa de estudios. Se definió como un “producto de la universidad pública” y recordó cómo debió emigrar ante políticas de desfinanciamiento de la ciencia y tecnología en la década de los 90.
Boggiano es responsable de gestionar el proceso de diseño y evaluación de las investigaciones, así como las diversas etapas, ensayos preclínicos y clínicos. Tiene a su cargo una veintena de productos en desarrollo, que tienen como fin último mejorar los métodos de prevención, disminución de riesgos de infección y tratamiento para quienes transitan la enfermedad.
“El VIH sigue siendo un problema enorme en la salud del mundo. Hay aproximadamente 40 millones de personas que viven con VIH, más de la mitad de esas personas son mujeres y niñas. En Argentina en este momento hay aproximadamente 140.000 personas con VIH”, dijo al aire de la 99.7 y detalló que alrededor del 90% conocen su diagnóstico, pero se estima que hay un cuarto de esta población que no accede al tratamiento.
La única manera de saber si alguien contrajo el VIH es a través de un análisis de sangre que detecta la presencia de anticuerpos. Si bien no existe cura para esta enfermedad, existe un tratamiento llamado Antirretroviral Altamente Activo: “Si una persona toma su medicación todos los días, lo que llamamos carga viral, que es el virus que uno puede detectar en la sangre, se hace indetectable, intransmisible y no puede infectar a nadie más”, explicó Boggiano.
El científico argentino que trabaja en la temática hace 30 años desde Estados Unidos, sostuvo que la principal estrategia de abordaje de la infección es el diagnóstico: “Si la persona contrae el virus, existen excelentes alternativas de tratamiento, que le provee a la persona una esperanza de vida totalmente normal. Por supuesto el problema es el acceso, y el otro problema enorme que tenemos todavía es el estigma que tiene la enfermedad”, reconoció.
Vacunas de prevención
En este escenario, la búsqueda de herramientas para prevenir y tratar la epidemia continúa. El profesional lo vinculó de forma directa con la necesidad de sistemas de salud activos y efectivos para llegar y acompañar a los pacientes. El factor costos también es de relevancia, y por ello las investigaciones de vacunas de acción prolongada para las personas que viven con VIH supondría mayor adherencia a los tratamientos.
“Una vacuna contra el VIH sería esencial. Las vacunas son efectivas, seguras y son más baratas que un tratamiento. Al no haber cura, podríamos contar con vacunas para inducir un tipo de anticuerpos, que los llamamos neutralizantes de amplio espectro. Son proteínas que se pegan a los patógenos y pueden desactivarlos, además de bloquear su entrada a las células sanas”, precisó.
“En 1994 durante el menemismo, el ministro Domingo Cavallo mandó a los científicos del CONICET y las universidades a lavar los platos. En esos tiempos no era muy conductivo una carrera científica en Argentina y acepté la oportunidad de irme a San Diego a aprender más de inmunología”.
Boggiano detalló que tiene a su cargo una veintena de proyectos de investigación detrás de esta búsqueda: “El problema de este virus es la enorme variabilidad y capacidad de mutación, entonces necesitamos estos anticuerpos de amplio espectro, se generan naturalmente en un 20% de la gente que vive con VIH pero se tarda muchos años. El desafío es dirigir al sistema inmune para que los produzca en cantidad suficiente”.
Un “producto de la universidad pública”
Boggiano relató que siente un vínculo especial con la Universidad Nacional del Nordeste, ya que su tío fue parte de la primera promoción de la Facultad de Ingeniería y sus primos también se han formado en las unidades académicas de la región, como ser Medicina y Humanidades. Se definió como un “producto de la universidad pública”.
“De jardín hasta la universidad, donde hice mi Licenciatura en Biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Ahí empecé a estudiar la salud de personas que viven con VIH, y desarrollé mi pasión para entender cómo funciona el sistema inmune y en particular cómo manipularlo con vacunas para proteger de enfermedades infecciosas”, compartió el argentino en Radio UNNE.
Sumó a su relato el difícil escenario que lo llevó a migrar en búsqueda de nuevos horizontes profesionales: el desfinanciamiento de las políticas públicas de ciencia y tecnología de la década de los 90. “En 1994 durante el menemismo, el ministro Domingo Cavallo mandó a los científicos del CONICET y las universidades a lavar los platos. En esos tiempos no era muy conductivo una carrera científica en Argentina y acepté la oportunidad de irme a San Diego a aprender más de inmunología”.
El científico compartió que en esta ciudad de California desarrolló un proyecto sobre VIH que, en colaboración con la UBA, lo llevaron a completar su tesis doctoral. Su formación no se detuvo ahí, y continuó el entrenamiento en la Universidad de New York en el marco de un posdoctoral, donde empezó a trabajar la temática del diseño de vacunas para el VIH en una organización sin fines de lucro.
“Luego me mudé a Washington para trabajar en los Institutos Nacionales de Salud, usando mi experiencia para dirigir la investigación y la estrategia de vacunación del Instituto de Enfermedades Infecciosas e Inmunología. Hace 11 años que estoy acá. En total es un recorrido de 30 años”, compartió Boggiano y destacó su aprendizaje sobre el rol de las vacunas para mejorar la salud pública, ya que previene enfermedades, hospitalizaciones y mejora la calidad de vida de las personas.