
Con una beca científica, Camila Obregón estudiante de Ciencias Biológicas de la UNNE investiga en profundidad a los “anfisbénidos” de Corrientes, Chaco y Formosa. Estos reptiles construyen túneles bajo tierra, son completamente inofensivos. La investigación busca identificar todas las especies de la región, conocer sus hábitos y crear una guía para que la población aprenda a reconocerlos sin matarlos por error.
Así como debajo del mar es posible encontrar una amplia diversidad de especies no conocidas por personas que no cuentan con una formación técnica, lo mismo sucedería si se recorriera el hábitat existente debajo de la tierra.
En los suelos de la región NEA, es factible toparse con una lombriz de tamaño considerado, con cabeza redondeada en ambos extremos, a las que popularmente la gente los llame «víboras de dos cabezas» o «viboritas ciegas». Sin embargo, estos pequeños reptiles no son víboras ni son ciegos, y mucho menos peligrosos. Son los anfisbénidos, un grupo de animales que vive la mayor parte de su vida bajo tierra, construyendo túneles en el suelo.
Camila Obregón, estudiante de la carrera de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), investiga gracias a una Beca de Estímulo a las Vocaciones Científicas (EVC-CIN) a estos reptiles, buscando particularmente respuestas a preguntas como: ¿cuántas especies diferentes de anfisbénidos existen?; ¿dónde viven exactamente?, ¿cómo se reproducen?, y ¿qué comen?.

La becaria estará orientada en su trabajo por el Licenciado Jorge Abel Céspedez, Jefe de Trabajos Prácticos de la Asignatura de Anatomía Comparada de los Cordados, Departamento de Biología de la FaCENA de la UNNE.
A diferencia de las serpientes los anfisbénidos están cubiertos por segmentos rectangulares que forman anillos alrededor de su cuerpo, como si fuera un acordeón viviente. Esta característica especial les permite moverse con la misma facilidad hacia adelante que hacia atrás, de ahí su nombre científico que significa «doble camino».
La mayoría no tiene patas, excepto una especie mexicana que conserva las delanteras. Construyen sus propios túneles en diferentes tipos de suelo y rara vez salen a la superficie, salvo cuando alguien los molesta en su locación subterránea o cuando se inunda su refugio.
Estos pequeños predadores están equipados con un cráneo resistente y mandíbulas cortas pero poderosas, con un diente especial que les permite cazar presas más grandes que ellos. Sin embargo, de su vida bajo tierra se sabe muy poco, como tampoco se conoce qué comen y cómo se reproducen.

El trabajo de Camila Obregón parte de la hipótesis de que cada especie tiene características físicas bastante estables y que probablemente cada una prefiere un tipo específico de suelo y paisaje para vivir. También plantea la posibilidad (a demostrar con su investigación) de que las especies relacionadas entre sí podrían tener comportamientos reproductivos similares.
Pero el mayor desafío que la becaria tiene con su trabajo es el de encontrar especies completamente nuevas para la ciencia. En los últimos años, los estudios de reptiles en la región NEA han revelado continuamente descubrimientos de nuevas especies (novedades taxonómicas).
Como metodología de trabajo, la becaria comenzará estudiando los ejemplares que ya están guardados en la Colección de Reptiles y Anfibios de Corrientes, que la UNNE posee. Luego, realizará salidas de campo para recolectar algunos ejemplares más, pero solo los estrictamente necesarios para completar su estudio.
Obregón propuso como parte de su plan de trabajo, crear una guía con fotografías y características sencillas que permita a cualquier persona – desde biólogos profesionales hasta estudiantes o simplemente gente curiosa – identificar correctamente estas especies sin necesidad de capturarlas o llevarlas a un laboratorio.
«El objetivo es que la gente aprenda a reconocerlos y se interese por este grupo de animales tan poco conocido», explicó el licenciado Céspedez. «De esta manera, podremos evitar que los maten por confundirlos con lombrices o serpientes venenosas», agregó Camila Obregón.

Estos reptiles inofensivos suelen ser víctimas de la ignorancia. Al no conocer su verdadera naturaleza, muchas personas los eliminan por miedo, cuando en realidad son aliados naturales que ayudan a controlar plagas de insectos y otros pequeños invertebrados.
El estudio de Obregón llenará vacíos en el conocimiento de la fauna reptiliana del noreste argentino, además de proporcionar información valiosa para futuras estrategias de conservación en las provincias de Corrientes, Chaco y Formosa.
Al diseñar mapas actualizados de dónde vive cada especie y documentar su comportamiento, generará información para que otros investigadores puedan continuar estudiando estos animales tan particulares.