LAS MUJERES TAMBIÉN
Enfermeras en Malvinas: “Fue nuestra forma de entregar la vida por la patria”

 

En el marco de la conmemoración por el Día del veterano y los caídos en la Guerra de Malvinas que se celebró el 2 de abril, Radio Unne dialogó con la enfermera Mónica Rodríguez. Junto con sus compañeras, asistieron a los soldados que llegaban heridos desde las islas. Compartió una historia marcada por décadas de silenciamiento, primero; y luego por la reivindicación del rol de las mujeres en la gesta que marcó generaciones de argentinos y argentinas.

Mónica Rodríguez encarna un relato que contiene la historia de un total de 14 enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas que formaban parte de las Fuerzas Armadas al momento de ser convocadas para trasladarse a Comodoro Rivadavia, Chubut. A ocho kilómetros del aeropuerto, ellas armaron y sostuvieron junto con colegas varones, el Hospital Reubicable de la 9na Brigada Aérea. Se trataba de una estructura móvil que el Ejército Argentino compró a los Estados Unidos, y que había sido utilizada en Vietnam una década atrás. 

Una vez finalizada la guerra, el ya deslegitimado  gobierno militar dio inicio a un proceso de desmalvinización que continuaría entrada la democracia y cubriría de ocultamiento y abandono a los más de 20.000 combatientes argentinos. Como mujeres, experiencias como las de Mónica y sus compañeras fueron invisibilizadas dentro de la historia de Malvinas.

Es que desde 1990 rige en el país la Ley 23.118, que garantiza la entrega de una condecoración a todas las personas que pudieran acreditar su participación en la guerra. Sus medallas y diplomas de honor llegaron recién en el año 2014 para estas mujeres, pero la pensión previsional honorífica de la que gozan los combatientes varones no les fue otorgada, aunque prestaron servicio durante el combate.

“Nosotras somos 14 enfermeras de la Fuerza Aérea que participamos en el conflicto desde Comodoro Rivadavia, pero reconocidas por vía judicial sólo dos”, compartió Rodríguez al aire de la 99.7 y detalló que recién en el año 2021 quedó firme la sentencia que reconoce como veteranas de guerra, con las asignaciones sociales incluidas, a las cordobesas Stella Morales y  Alicia Reynoso. Se trata de los primeros juicios en relación a Malvinas con perspectiva de género. 

 

 

Rodríguez aseguró que ellas forman parte de una historia poco recordada. El ocultamiento del aporte de las mujeres en la lucha por la soberanía nacional, durante al menos tres décadas, las llevó a encarar una reconstrucción colectiva: “Tuvimos que entre todas rehacer nuestra historia. Luego de la guerra muchas seguimos dentro de la Fuerza Aérea, otras se dieron de baja, pero siempre mantuvimos el contacto de alguna manera. Nos preguntamos, ¿por qué no hablamos antes? Pero el estrés postraumático protege su mente de tal forma que borra los recuerdos”, reconoció.

Durante los primeros tiempos, sin embargo, no pesó en ellas un reproche sino el entendimiento de su misión: “En ese entonces, pensamos que lo que hicimos era sólo parte de nuestro deber por ser enfermeras, una vocación muy importante por un lado; y por otra parte por ser militares. Cuando uno jura a la bandera, jura defenderla hasta perder la vida. Para nosotras, era nuestra forma de entregar nuestra vida a la patria. Por eso que al principio no sentimos el que no nos reconocieran. Pero cuando comenzamos a hablar, tanto tiempo después, nos preguntamos ¿por qué hablan de los hombres y no de nosotras, si nosotras también estuvimos?”.

¿Por qué hablan de los hombres y no de nosotras, si nosotras también estuvimos?

La expresión “Nosotras también estuvimos”, citada por Rodríguez, hace alusión al documental que lleva ese nombre. Estrenada en el 2021 y dirigida por Federico Strifezzo, reconstruye la historia de estas enfermeras, que durante y después de la guerra  enfrentaron la discriminación y dieron lucha por la visibilización y valoración social de las mujeres que participaron en la Guerra de Malvinas.

En la trinchera o en el hospital, amor por el mismo suelo

En conversaciones con Radio UNNE, Rodríguez rememoró la cotidianeidad compartida desde las costas del mar argentino durante las semanas que el enfrentamiento duró: “Los vuelos de rescate de soldados se realizaban durante la noche. El avión Hércules salía  sobre las 23, cargado de pertrechos y de material sanitario que nosotras preparábamos hacia Puerto Argentino. Cuando volvía traía heridos, llegaron a venir más de 70 o hasta 100 en un sólo vuelo. El hospital no tenía tanta capacidad, nos las teníamos que ingeniar para atenderlos, hacer las curaciones y las cirugías. Muchos aguardaban en el piso del hospital porque no había camas suficientes”.

“Trabajamos a veces sin dormir porque los aviones llegaban a las 2, 3 de la mañana. Cuando bajaban del avión los soldados eran recibidos por un grupo de médicos y enfermeras que hacían lo que se conoce como triage, los heridos más leves iban a un hangar al lado de la pista y los más graves venían al hospital provisional, antes de ser trasladados a otros centros de salud de Capital Federal o Bahía Blanca”, expresó la veterana.

La juventud, hasta casi niñez de los muchachos, es de las cosas que Rodríguez recuerda con mayor dolor, y reconoció que la preparación profesional se veía excedida por el calibre de la asistencia humanitaria integral que necesitaban los combatientes; que además de los horrores de la guerra debieron atravesar los enfrentamientos sin preparación técnica adecuada, sin equipamiento para el frío extremo y con hambre.

“Nosotras intentamos auxiliar desde la medicina, pero pronto nos dimos cuenta que además también necesitaban un sándwich y un mate cocido. Todos juntos, con médicos y enfermeros varones, preparábamos también eso antes de que llegaran”, compartió.

Pasados más de 40 años de la guerra, lo que perdura en la memoria de Rodríguez es el compromiso de los soldados: “Algunos pedían que los curamos rápido para volver a las islas porque habían dejado en la trinchera a un compañero y que ellos sentían tenían que estar allí, preguntaban por qué los trajeron, porque así no podían seguir luchando. Tenían un espíritu, un amor a la patria increíble”.

“Algunos pedían que los curamos rápido para volver a las islas porque habían dejado en la trinchera a un compañero y que ellos sentían tenían que estar allí, preguntaban por qué los trajeron, porque así no podían seguir luchando. Tenían un espíritu, un amor a la patria increíble”.

Para Rodriguez y sus colegas mujeres, la lucha por el reconocimiento y la búsqueda de un lugar en la memoria colectiva continúa; así como su compromiso inclaudicable por las islas: “La vía diplomática es la forma de recuperar algo que nos pertenece, porque es eso: recuperar Malvinas. Fueron nuestras, nos las fueron sacando en distintas etapas de nuestra historia. Las Malvinas son Argentinas”.