NUEVOS CONOCIMIENTOS
Revelan el potencial de unos microscópicos guardianes del Iberá

Ciliado del género Spirostomun fotografiado con la técnica de Impregnación argentica o Protargol.

Una becaria de posgrado de la UNNE descubre cómo unos diminutos organismos acuáticos denominados ciliados podrían ser claves para monitorear la salud de los humedales correntinos. Su estudio premiado abre nuevas perspectivas para la conservación de este ecosistema.

Se ha dado el primer paso para entender cómo unos diminutos organismos acuáticos pueden ayudar a cuidar mejor los humedales del Iberá. El estudio, realizado como parte del doctorado en Biología de la licenciada Florencia Monti Areco, se centró en unos seres microscópicos llamados ciliados que viven flotando en el agua.

La principal conclusión del trabajo es que analizar estos pequeños organismos puede darnos pistas importantes sobre la salud de los cuerpos de agua como el Iberá, especialmente aquellos afectados por actividades humanas. Aunque este es solo el comienzo, Monti Areco considera que seguir estudiando las comunidades acuáticas, y, especialmente, a los ciliados será clave para proteger estos humedales únicos en el mundo.

Su trabajo de investigación fue premiado en la XXIX Reunión de Comunicaciones Científicas y Tecnológicas de la UNNE en el área Ciencias Naturales y Exactas. El título del trabajo es “Diversidad y Estructura de las Comunidades de Ciliados en Ambientes Acuáticos de Iberá” y estuvo dirigido por la doctora Gabriela Cristina Küppers (Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”) y co dirigida por el doctor Oscar Florencio Gallego (Centro de Ecología Aplicada del Litoral), ambos investigadores del CONICET.

El Sistema Iberá, ubicado en la provincia de Corrientes, es un enorme conjunto de humedales que alberga una gran variedad de vida. Sin embargo, en las últimas décadas, las actividades humanas como la agricultura y la ganadería han comenzado a afectar la calidad del agua en algunas zonas.

De izq a dcha: el doctor Oscar Florencio Gallego; la licenciada Florencia Monti Areco y la doctora Gabriela Cristina Küppers.

Es aquí donde entran en juego los ciliados. Estos organismos microscópicos son muy sensibles a los cambios en su entorno acuático. Algunas necesitan condiciones muy específicas para vivir, lo que los convierte en excelentes «termómetros» del estado del agua. Además, juegan un papel crucial en la cadena alimentaria acuática, por lo que su presencia o ausencia puede indicar cambios más amplios en todo el ecosistema.

El objetivo principal del estudio fue explorar la diversidad de estos ciliados en el Iberá y ver cómo podrían usarse para detectar cambios en el agua, especialmente en zonas afectadas por la actividad humana.

Para lograrlo, Monti Areco y los investigadores que la asesoraron -entre los que estaba el doctor Juan Manuel Coronel (FaCENA) y el primer director del trabajo, el doctor Enrique Laffont- realizaron un trabajo exhaustivo. Durante tres años, visitaron cuatro áreas diferentes de la Reserva Natural Iberá, tomando muestras tanto en épocas cálidas como frías. Compararon zonas poco alteradas, como lagunas y arroyos naturales, con otras más afectadas por actividades humanas, como cuerpos de agua cerca de campos agrícolas y forestales.

En cada lugar, recogieron muestras de agua para observar los ciliados vivos y también para contarlos. Usaron redes especiales para concentrar estos organismos microscópicos y los preservaron cuidadosamente para su análisis posterior. Además, midieron varias características del agua en el sitio y llevaron muestras a un laboratorio para análisis más detallados.

En el laboratorio, los investigadores utilizaron técnicas avanzadas para identificar las diferentes especies de ciliados y contar cuántos había de cada una. Emplearon programas informáticos especializados para calcular la diversidad de especies y comparar las comunidades de ciliados entre los distintos tipos de ambientes.

Ciliado visto con un microscópio óptico.

Los resultados mostraron diferencias interesantes entre las zonas más naturales y las más afectadas por actividades humanas. Algunas especies de ciliados parecían preferir ciertos tipos de ambientes, mientras que otras desaparecían cuando el agua cambiaba debido a la influencia humana.

Este estudio es solo el comienzo de un campo de investigación promisorio en la región. La becaria de posgrado y el equipo de investigadores que la acompañan, consideran estratégico continuar con este tipo de análisis para comprender mejor cómo funcionan las comunidades de ciliados en los humedales del Iberá. Esta información será crucial para desarrollar herramientas que ayuden a monitorear y proteger estos ecosistemas acuáticos.

Al estudiar los cilíados, es posible detectar problemas en el agua antes de que sean evidentes a simple vista, permitiendo actuar más rápido para proteger estos humedales únicos por sus características.