Argentina prepara la puesta en órbita de un nuevo satélite para el 2026, que permitirá recabar información valiosa para el estudio de los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios. Radio UNNE dialogó con Pablo Serratti, miembro de la gerencia de proyectos espaciales de INVAP, sobre los detalles de la próxima misión espacial nacional para el estudio del mar y las costas del país, denominada SABIA-Mar (Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar).
El ingeniero explicó que se estima que la explotación sustentable de recursos marinos argentinos se puede equiparar con la producción agropecuaria de la pampa húmeda, que incluye ganadería y producción a escala industrial de, por ejemplo, la soja, el maíz, el trigo, el girasol, entre otros. Por este motivo, el valor estratégico sobre su uso y aprovechamiento requiere de herramientas para su gestión.
Serrati manifestó que la información recopilada será clave para el futuro del país: “Argentina Sur y sus mares son uno de los más ricos a nivel mundial”.
Según explicó, el satélite permitirá determinar la concentración de fitoplancton, que es la base de la cadena trófica. Y también “es útil para la evaluación de la concentración de peces y la riqueza productiva. Tendrá también algunas herramientas de vigilancia, para determinar si la pesca que se está ejecutando es permitida o ilegal”, aseguró.
El satélite tendrá la potencia de fotografiar una longitud de 1400 kilómetros, con pocas pasadas se podrá relevar todos los mares a nivel global. Además de brindar información útil para la toma de decisiones de carácter productivo, será un importante aporte también en términos científicos, mediante la evaluación ambiental y medición del cambio climático.
“Será capaz de tomar datos sobre el ciclo de dióxido de carbono. La huella de carbono es uno de los gases con más impacto ambiental, y del 30 al 40% del dióxido de carbono a nivel mundial lo absorben los océanos. El satélite nos ayudará a determinar si esa absorción es salubre o está modificando algunas de las características de los mares. Esto es clave para entender la climatología futura, y es uno de los principales objetivos de esta misión”, apuntó Serrati.
Para llevar a cabo su actividad, el satélite contará con cámaras altamente sensibles al rango visible del espectro electromagnético y capaces de registrar las más mínimas variaciones en la tonalidad del agua. Esto colaborará para obtener información de alta calidad sobre el mar, su color, turbidez y temperatura, entre otros parámetros claves para la gestión sustentable de los ecosistemas.
Este proyecto dio sus primeros pasos en el 2018 y cuenta con el apoyo de la NASA y la Agencia Espacial Europea. Se trata de una iniciativa única en el mundo, ya que no existen sistemas de información con la potencia y capacidad de medición de parámetros de salubridad oceánica como los que se proyectan para el SABIA-Mar.
Los datos que obtenga el nuevo satélite argentino serán esenciales para proyectos que buscan explotar datos de alto valor agregado, con el que se espera abrir nuevas fronteras en la ciencia de la sostenibilidad y el manejo ambiental.
“Será capaz de tomar datos sobre el ciclo de dióxido de carbono. La huella de carbono es uno de los gases con más impacto ambiental, y del 30 al 40% del dióxido de carbono a nivel mundial lo absorben los océanos. El satélite nos ayudará a determinar si esa absorción es salubre o está modificando algunas de las características de los mares. Esto es clave para entender la climatología futura, y es uno de los principales objetivos de esta misión”.
De la construcción del satélite participan instituciones públicas y empresas del sistema científico y técnico argentino, como INVAP, el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Universidad de La Plata (UNLP), entre otros.
SABIA-Mar es el segundo proyecto espacial orientado al estudio del mar que realiza la CONAE. El primero fue el satélite SAC-D/Aquarius, puesto en órbita en 2011, en el marco de un programa de cooperación entre la agencia espacial argentina y la NASA. Gracias a esta importante misión se lograron crear mapas de la salinidad superficial del mar a nivel global, lo cual constituyó información sin precedentes para el estudio del cambio climático del planeta.