Por ser hija de investigadores no era de extrañar que la ciencia se entremezclara como parte de sus juegos con los primeros garabatos, palotes y números hechos con paciencia.
Ya en esos años del Colegio San José, Maria Andrea Mroginski sabía que su futuro estaría relacionado con la matemática, la química o la astronomía. Las carreras tradicionales nunca fueron una opción, y de a poco fue moldeando el desafío de introducirse en el complejo mundo de la Física, en el que llegó a graduarse como Licenciada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (FaCENA) de la UNNE.
En una noche avanzada en Berlín donde reside desde hace más de 10 años, esta correntina repasa el largo pero a la vez veloz proceso de formación que la depositó como una destacada docente-investigadora en la Universidad Tecnológica de Berlín.
Casada con un alemán y con dos pequeños niños con doble nacionalidad, Mroginski dice estar totalmente insertada en la sociedad germana. La disciplina y el orden son dos rasgos característicos con los que se siente más que cómoda.
Su primer destino en Alemania fue el Instituto Max Planck en la ciudad de Mülheim an der Ruhr cerca de Duseldorff. Allí completó la práctica de su Doctorado en Ciencias cursado en la Universidad Nacional de La Plata. Su buen desempeño en el área de espectroscopía de productos orgánicos e inorgánicos hizo que sea convocada para trabajar con un grupo de científicos de Berlín, donde se enfocó en cálculos de espectros gama en resonante.
Desde el 2013 es docente titular de Fisicoquímica en la Universidad Tecnológica de Berlín. Esa responsabilidad también le exige realizar investigación y formar en el campo de la ciencia a estudiantes.
Actualmente integra un equipo que trabaja en el modelado de sistemas biológicos.
Actualmente integra un equipo que trabaja en el modelado de sistemas biológicos. Busca entender, a partir de modelos simulados, ciertas propiedades dinámicas de las proteínas. “Queremos comprender cómo se comportan las proteínas en entornos complejos, por ejemplo: en la membrada de una célula. Esto nos permitirá trasladar los conceptos a la aplicación de implantes o bien al desarrollo de electrodos con capas biológicas”.
Jornada de trabajo. La doctora Mroginski cumple regularmente su jornada de trabajo que se extiende entre las 8,30 a 17 hs. “Lo hago con mucha pasión, creo que fue uno de los motivos que me permitieron lograr lo que tengo”.
Las costumbres argentinas forman parte de su hogar en el que el español fluye como idioma de sus hijos y el esposo. “En una ciudad tan cosmopolita como Berlín, los argentinos pasamos desapercibidos, creo que eso se debe a que tenemos mucho de europeo”.
“Afortunadamente nunca me hicieron sentir como sapo de otro pozo, por el contrario, siempre me respetaron y valoraron la cultura y mi formación académica”.
En ese sentido la doctora Mroginsky considera que la formación que recibió desde sus primeros años hasta su graduación universitaria fue muy buena si se la compara con la de otros países. “Los científicos argentinos en el exterior son reconocidos, y lo sigo viendo en muchos estudiantes que recibimos. Los jóvenes marcan una diferencia al estar instruidos en distintas áreas, no solo en las específicas de cada uno”.
Egresada en 1998 de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNNE, Mroginski tuvo palabras elogiosas para tres profesores del Departamento de Física de esa facultad: el profesor Julio Rojas, docente de Física Óptica; el doctor Gustavo Aucar, del área de Física Atómica y Molecular y del doctor Ricardo Caselli, ex responsable de la cátedra de Física del Estado Sólido.
“Más allá de los contenidos específicos de una materia, los docentes tienen que estimular la búsqueda de conocimiento en los estudiantes, canalizar sus inquietudes. Todo el cuerpo de profesores, pero especialmente estos docentes me enseñaron a ser crítica y a pensar desde los primeros teoremas hasta cómo hacer ciencia”.
Proyección. Su inserción al sistema científico alemán es un impedimento para pensar en un potencial retorno a la Argentina y a Corrientes. En todos estos años nunca estuvo dada esa posibilidad: “Yo creo que se debe fundamentalmente a que la línea de investigación que estoy llevando adelante es muy distinta a la que se realiza en la UNNE en estos momentos”.
De todas maneras el vínculo es continuo, visita la familia casi todos los años, frecuencia que cambió con la llegada de sus hijos. La distancia se ve reflejada en una tonada rarísima que mezcla una marcada pronunciación de la “ll” con unas “r” guturales del idioma alemán.
El orden y la disciplina no impiden que extrañe su ciudad, su familia, los asados y los vinos “incomparables en todo el mundo”. “Escucho un chamamé y automáticamente siento el olor característico del chipá en el horno”. La cultura y las costumbres van con la persona y pudo transmitirla a su pareja, hasta convertirse en un admirador de Corrientes y su gente. “Admira sobre todo lo espontáneo que somos y la calidez que expresamos en pequeños gestos”.
Ahora sus objetivos están enfocados en seguir haciendo buena ciencia, formando estudiantes y acceder mediante concursos a nuevos cargos docentes. Mroginski confía mucho en la pasión que pone en el trabajo para lograr sus metas y la que también sugiere a sus estudiantes. “Hay que seguir los sueños e intentar cumplirlos con una mezcla de esfuerzo y talento. En todo el mundo se busca gente con voluntad de trabajo, si a eso se le agrega una buena formación y el conocimiento de un idioma, el éxito está al alcance de la mano”.